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Voto de Duke of Tube:
3
30 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo tiene todo: lo mejorcito del panorama interpretativo hollywoodiense, un buen director con gran cartel actualmente, una buena idea original inspirada en hechos históricos (de los que hablaré en profundidad más adelante en el spoiler), pero pese a un gran inicio, la película se va diluyendo como un azucarillo en un café. Giros argumentales y una deriva en el guión la hacen convertirse en una obra multigénero que le hace perder definición y al espectador la atención, hasta perderse en el absurdo. Al final te das cuenta que todo daba igual, porque lo importante realmente era el mensaje, y el mensaje es pura propaganda tele dirigida a su público objetivo, servida bien calentita, eso sí, y respaldada por un desorbitado presupuesto.
Aún así, resulta entretenida, lo que salva su puntuación final de un varapalo mayor. Eso sí, la chicha viene ahora en el spoiler
Aún así, resulta entretenida, lo que salva su puntuación final de un varapalo mayor. Eso sí, la chicha viene ahora en el spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es legítimo inspirarse en historias reales, de hecho me parece una buena fuente de inspiración, también me parece legítimo darles ese toque personal de director y guionistas para adaptarla a la gran pantalla, pero todo tiene un límite, y si se sobrepasa entonces la interpretación se convierte simplemente en burda manipulación, que es exactamente el principal problema que adolece esta película.
Vayamos por partes.
La película está inspirada en el “Business Plot”, un supuesto complot para derrocar a Roosevelt que jamas se demostró cierto y cuya única prueba es el testimonio del general retirado Smedley Butler ante el congreso estadounidense acusando a Clark (el heredero de la empresa de máquinas de coser Singer), un colaborador de este llamado Gerald Mcguire (que aparece asesinado en la película para ocultar la verdad, cosa que jamás sucedió) y un ex comandante de la legión americana llamado William Doyle, en plena campaña de Butler contra el presidente Hoover por el incumplimiento del pago de los bonos a los veteranos de guerra. Lo más curioso del caso es que este supuesto complot pretendía derrocar a Roosevelt si ganaba las elecciones para evitar la pérdida del patrón oro bancario que Roosevelt promovía, y que finalmente realizó, y que ha resultado precisamente en el control actual existente de los grandes bancos y entidades supranacionales bancarias (como el FMI, el BCE y la propia reserva federal estadounidense) sobre la economía mundial y la pérdida de poder adquisitivo de las clases medias y bajas de los últimos 100 años a nivel mundial.
Curiosamente, teniendo un argumento tan potente por explotar, el director se decide en un momento dado de la película por sacar a colación el manido argumento de los nazis sin venir absolutamente a cuento, pero como cliché efectivo con su público objetivo que busca más entretenerse que pensar.
Por ello es inevitable sospechar que con esa gran idea inicial, el elenco actoral y el presupuesto de la película, que el director y el estudio (Disney) hayan querido vincular de manera tan burda un supuesto movimiento en defensa del patrón oro, y cuya inspiración estaría más cerca del anarquismo, con su antagónico en el espectro político como sería el fascismo, no puede ser fruto de la casualidad ni de la infantil mente de los guionistas. Ya que si alguien quisiera hacer una película sobre la colaboración entre grandes magnates americanos y el nazismo, tiene el perfecto ejemplo e idea de guión en Henry Ford. O incluso la propia historia del general Butler, que fue el primero en denunciar la influencia de las grandes corporaciones en las decisiones bélicas de su gobierno, podría haber sido otra gran historia que contar, pero no, se mantiene la línea general globalista de relacionar erróneamente la libertad de las personas con el fascismo y a los gobiernos y estados como únicos garantes de la verdadera libertad.
Pues bien, para despedirme les recordaré las palabras del inventor del fascismo y líder del partido socialista italiano, Benito Mussolini: “Todo dentro del estado, nada fuera del estado, NADA CONTRA EL ESTADO”, para tratar de despertar a las pocas mentes inquietas que aún quedan, o eso espero, y que han conseguido llegar al final de mi crítica sin dormirse
Vayamos por partes.
La película está inspirada en el “Business Plot”, un supuesto complot para derrocar a Roosevelt que jamas se demostró cierto y cuya única prueba es el testimonio del general retirado Smedley Butler ante el congreso estadounidense acusando a Clark (el heredero de la empresa de máquinas de coser Singer), un colaborador de este llamado Gerald Mcguire (que aparece asesinado en la película para ocultar la verdad, cosa que jamás sucedió) y un ex comandante de la legión americana llamado William Doyle, en plena campaña de Butler contra el presidente Hoover por el incumplimiento del pago de los bonos a los veteranos de guerra. Lo más curioso del caso es que este supuesto complot pretendía derrocar a Roosevelt si ganaba las elecciones para evitar la pérdida del patrón oro bancario que Roosevelt promovía, y que finalmente realizó, y que ha resultado precisamente en el control actual existente de los grandes bancos y entidades supranacionales bancarias (como el FMI, el BCE y la propia reserva federal estadounidense) sobre la economía mundial y la pérdida de poder adquisitivo de las clases medias y bajas de los últimos 100 años a nivel mundial.
Curiosamente, teniendo un argumento tan potente por explotar, el director se decide en un momento dado de la película por sacar a colación el manido argumento de los nazis sin venir absolutamente a cuento, pero como cliché efectivo con su público objetivo que busca más entretenerse que pensar.
Por ello es inevitable sospechar que con esa gran idea inicial, el elenco actoral y el presupuesto de la película, que el director y el estudio (Disney) hayan querido vincular de manera tan burda un supuesto movimiento en defensa del patrón oro, y cuya inspiración estaría más cerca del anarquismo, con su antagónico en el espectro político como sería el fascismo, no puede ser fruto de la casualidad ni de la infantil mente de los guionistas. Ya que si alguien quisiera hacer una película sobre la colaboración entre grandes magnates americanos y el nazismo, tiene el perfecto ejemplo e idea de guión en Henry Ford. O incluso la propia historia del general Butler, que fue el primero en denunciar la influencia de las grandes corporaciones en las decisiones bélicas de su gobierno, podría haber sido otra gran historia que contar, pero no, se mantiene la línea general globalista de relacionar erróneamente la libertad de las personas con el fascismo y a los gobiernos y estados como únicos garantes de la verdadera libertad.
Pues bien, para despedirme les recordaré las palabras del inventor del fascismo y líder del partido socialista italiano, Benito Mussolini: “Todo dentro del estado, nada fuera del estado, NADA CONTRA EL ESTADO”, para tratar de despertar a las pocas mentes inquietas que aún quedan, o eso espero, y que han conseguido llegar al final de mi crítica sin dormirse