La crítica más repetida por la crítica profesional es que merece la pena verla solo por lo “diferente” que es. Desgraciadamente, yo soy de la antigua creencia de que la base de una buena serie o película debe ser un buen guión y en este caso es algo que creo que ni existe.

Partiendo de esta base, se hace difícil digerir semejante sucesión de absurdos propios de una fumada de verano entre colegas, que en el momento seguro que hacían gracia, pero que para el espectador sobrio resulta altamente indigesto. Si a eso le sumamos los esloganes trasnochados con pretensiones de intelectualismo y las soeces como única forma de humor, la combinación pasa de indigesta a vomitiva.

Lo siento, pero no todo vale la pena por el simple hecho de “ser diferente”, nadie caga dos heces iguales y no por ello las heces son arte (aunque démosles tiempo a los modernos pseudo artistas de hoy en día), pero claro, si las caga el director woke mimado del momento entonces sí, aunque seamos sinceros: al final, todas las heces huelen igual las cague quien las cague