Esta película no brilla por tener un guion abrumador si no por ese aroma retro y ochentero que vemos en la pantalla, donde el romanticismo, la violencia y lo criminal se entrelaza según avanzamos en la trama.

Gosling es intrigante, habla muy poco y apenas sabemos de su pasado. Aun así es capaz, solo con su presencia, de qué empaticemos con él. Vemos como quiere dejar atrás, por amor, lo que parece que fue, un pasado muy turbio que le llevo a ser ese escorpión solitario y reservado conductor de coches.

Esta es sin duda la clave de la película, qué seriamos capaces de hacer y a qué renunciaríamos por lo que consideramos que es: “lo mejor que nos ha pasado por la vida”.

Tras esta decisión por parte del protagonista los momentos pausados, (que sin duda puede que saque a espectadores de la película), cesan y empieza un thriller lleno de tensión y sangre. En ese punto lo gánster al más puro estilo de Scorsese y la violencia tarantiniana se suceden para revolvernos las entrañas y para que estemos pendientes de si este héroe inesperado será capaz de escapar de su pasado y alcanzar la felicidad junto a su nuevo amor.

En definitiva, personajes con una presencia brutal y un viaje ochentero muy oscuro que hace que sea una película que recomiendo y mucho.