No esperaba grandes cosas de este reinicio de 'Mortal Kombat'. Las películas basadas en videojuegos no suelen terminar bien (en los últimos años parece que eso está empezando a cambiar, afortunadamente) y no guardo buen recuerdo de la cinta de 1995 que dirigió Paul W.S. Anderson que ya era para echarle de comer aparte y que pude contemplar hace nada. Por suerte, esta vez parece que la inspiración ha llegado.

Esta nueva aproximación al videojuego tampoco es la adaptación que hace totalmente justicia a una saga de videojuegos super mítica con 30 años de vida, pero sí que es evidente un poso de dignidad durante la cinta con un reparto entonado, una historia bien pensada y unos efectos especiales muy decentes.

Empezando paso por paso, el elenco de actores no son en su mayoría nombres de primer nivel (salvo Chin Han, a quien conozco principalmente por 'El caballero oscuro' e Hiroyuki Sanada, a quien recuerdo sobre todo por 'El último samurái'), pero todos ellos consiguen un nivel de interpretaciones mejor de lo esperado para una producción de estas características donde las apuestas están más en contra que a favor. No parece que a ninguno le venga grande su respectivo personaje.

Por otro lado, el guion hace algo de trampa con el nombre porque se espera un evento que no sucede y viene a ser más una lucha más del bien contra el mal. No obstante, desde el principio mismo se introduce un punto de partida bastante atractivo y su posterior desarrollo no empeora, sino que consigue mantener el interés por ver lo siguiente que va a suceder. Esta vez sí que parece que se han estrujado los sesos y han parido un guion digno, lo cual siempre se agradece en estas producciones.

Los efectos especiales, además, son un eficiente acompañante cuando hacen acto de presencia para algunas secuencias de lucha o para algunos personajes que lo necesiten. En ningún momento parecía que cantaban como Freddie Mercury en el 'Live Aid' de 1985 y, como en el resto de apartados, me llevé una inesperada sorpresa.

No hay tampoco que engañar a nadie, el filme es lo que es y da para lo que da: un pasatiempo de casi dos horas. Si es con este nivel, bienvenido sea. Es preferible una producción sin tantos aires de grandeza que termine siendo una propuesta que deje buen sabor de boca que una que vaya con aires de grandeza y prometiendo ser toda una experiencia cuando en realidad es un fracaso inmisericorde.