No estoy muy metido en el universo de Paul Schrader salvo aquella versión alternativa de 'El exorcista: El comienzo' que no era para tirar cohetes y su faceta como guionista, entre ellas 'Taxi Driver' al que algún día volveré a revisar. A pesar de eso, ver su nombre siempre es una invitación a ver en lo que está envuelto.

Esta 'El reverendo' es un sosegado y notable ejercicio de calma antes de la tormenta a través de las vivencias de un Ethan Hawke que hace uno de los mejores papeles de su dilatada trayectoria e, irónicamente, será más recordado por otras películas que tuvieron más trayectoria comercial. Le acompaña Amanda Seyfried, una de esas actrices en las que no debe confundirse su -no tan llamativa- belleza con no tener talento o capacidad para llevar un papel. Ya es de sobras conocida de lo que es capaz de hacer y aquí lo vuelve a demostrar siendo muy importante para la historia.

Lo que pretende enseñar esta cinta, o, al menos, es mi interpretación de lo que he visto, son enseñanzas sobre el activisimo, tan de boga hoy en día con tantos movimientos para protestar o incluso entre la gente de a pie en las redes sociales. ¿Donde se separa el activismo del fanatismo? ¿Es necesario defender una causa hasta las últimas consecuencias? Son preguntas que aquí se plantean y que nunca está de más hacerlas, porque son más importantes de lo que pueda parecer.

Es una pena que haya películas buenas que no hayan tenido mucho paso por las salas de cine. Este es uno de esos casos donde no quedará una marca en la historia del cine, ni se hablará de ella durante años, pero eso no significa que no se deba darle una oportunidad para ver que las mejores propuestas no siempre vienen de los proyectos más publicitados.