Hace -casi- 14 años, Rob Cohen, un director que en aquel momento era de lo más potable en el cine de acción, dirigió 'The Fast and the Furious' (o 'A todo gas'), una película que no sería exagerado decir que se ha transformado en una película de culto. El éxito de la película hace que haya dado para seis secuelas más sin perder casi en ningún momento el interés ni mostrar signos evidentes de decadencia, lo que para una saga cuyas películas no son precisamente obras de Martin Scorsese tenga muchísimo mérito. Esta saga ha sobrevivido a partidas de protagonistas principales, a cambios de puntos de vista de llevar la franquicia que podrían haber 'tirado' a muchos espectadores, incluso ha sobrevivido al reggaeton.

Todos los caminos llevan a Roma, y todos los caminos de las seis películas anteriores han llevado hasta aquí. A la familia de Dominic Toretto amenazada esta vez por el hermano mayor de Owen Shaw, el antagonista del anterior largometraje, un largometraje que ya daba pistas sobre como iba a ser esta nueva obra. Más acción, más grande y más épico. Y con el director de 'Saw', Insidious' o 'Expediente Warren' (The conjuring)' más los fichajes del patea-traseros más molón del cine de acción actual Jason Statham, la leyenda Kurt Russell, los peligrosísimos (solo en sus películas) Tony Jaa y Ronda Rousey, Djimon Honsou y Nathalie Emmanuel. Todo pintaba a pedir de boca, y estamos hablando de una séptima entrega; ¿que saga que llega a esta cifra puede mantener el interés así?

Claro que una cosa es la teoría, y otra es como se lleva a la práctica. Mucha potencia en un solo vehículo que el guionista debe de saber dominar para no desbocarse. Y aquí casi se consigue dominar la bestia, pero falla en el último tramo.

Hasta entonces, la ahora llamada 'Fast and Furious' (aunque siguen yendo a todo gas con cualquier cosa que lleve ruedas) en su nuevo capítulo estaba pareciendo lo que iba a ser: un espectáculo mayor que el anterior, con una presentación del malvado Deckard Shaw que asusta por su nula moral y la venganza personal que iba a ser el tornado que prometía arrasar con todo. Todo parecía ir sobre ruedas (BADUMTSS), más -y mejor- drama, acción sin pasarse de frenada, Jason Statham dándolo todo para vengar a su hermanito del alma. Incluso algún protagonista mostrando nuevas o evolucionadas facetas que se agradecen mucho. Al final, termina volviendo sobre sus pasos, se vuelve terrenal, se vuelve un producto ya visto antes; con un envoltorio diferente en forma de último tramo de vértigo en la ciudad, pero en el fondo termina siendo lo habitual. Algo que, por ejemplo, no pasaba con 'Fast & Furious 6' donde parecía superar el listón de verdad y no solo aparentarlo como el atleta que parece tener en su cuerpo la potencia para ganar la medalla de oro y cumple con lo que se espera.

'Fast and Furious 7' es el atleta que promete mucho y termina dando menos de su potencial. Parecía ser el siguiente salto evolutivo en la franquicia, el más difícil todavía. El preferir quedarse con lo bueno por conocido que lo malo por conocer resulta ser un defecto que no se puede pasar por alto. Al menos, sigue con la tónica de no ser una película más que interesante, cuando normalmente en otra saga a estas alturas ya sería ir cuesta abajo y sin frenos, y ahí reside uno de las virtudes de esta saga, el saber reciclarse.

Ahora con la -bonita- despedida de Paul Walker, un actor al que nunca olvidaremos y con la historia que parece dar signos de ser el definitivo final a esta aventura que dura más de una década, sería buen momento para plantearse el rumbo. ¿Seguir o acabar? Sea cual sea el devenir, hay que reconocerle los méritos de esta saga que suelen ser películas para no devanarse los sesos el hacer que cada nueva cinta sea atrayente y terminar cogiendo cariño a estos ladrones con honor.