“Origen” se gana su puesto de trascendencia dentro del cine reciente y a la altura de clásicos establecidos gracias a un guión tan impresionante y enérgico como el de “El caballero oscuro” (por ejemplo), así como el plasmar la idea y la ejecución de la película de forma tan superior y ejemplar como en aquella. De hecho, se la suele emparejar mucho en calidad y fama con la anterior película del realizador Christopher Nolan. Y con mucha razón.
El guión es inteligente, fiel a sus reglas (aún así juguetón con la audiencia), abordando una historia que es fácil de seguir y adictiva, consiguiendo innovar y romper moldes al mismo tiempo en su concepción formal. Pasando por ser fiel a la fórmula de Nolan acerca de contar historias, perfeccionada en general a cada blockbuster genial que hace. El ritmo es trepidante, endiablado y voraz.
El apartado técnico, una vez más, vuelve a ser impecable. Desde las referencias en la acción y en la hipnótica secuencia de la nieve a su amado James Bond (Nolan lo ha confesado en más de una ocasión), hasta cómo acompasar la imponente banda sonora y los encuadres.
Las interpretaciones son excelentes en todos los sentidos. Lo divertido es que no sólo DiCaprio está perfecto, los secundarios (desde los más prominentes como Hardy hasta los casi figurantes como Berenger) se hallan brillantes en sus momentos en la película. Todos están en un nivel sobresaliente.
Parecía imposible revolucionar el cine actual dos veces seguidas, pero “Origen” es la excepción.