Se trata de una película que cuenta una historia diferente. Diferente porque surge un amor de repente, de dos personas que han sufrido varios traumas. Uno parece que su trauma es pequeño comparado con su visión positiva de la vida. Otra encuentra en el baile una forma de expresión, también positiva, pero que tiene secuelas más profundas. El debate creible-poco creíble es absurdo en un mundo en el que lo más increible es que existan dictaduras como la de Pinochet y ahí estuvo, comulgando con palio o sin palio. En el mundo existe gente que se quiere suicidar y gente que planea golpes, gente que está en la cárcel, sentimientos no correspondidos, gente que busca amor. Lo importante no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta y Trueba pone dosis de poesía: las escenas de danza, los caballos, los buenos sentimientos, el cóndor, lo exultante del paisaje andino. También el lado oscuro: la injusticia, la traición, el abuso, la opresión, la muerte. Los personajes protagonistas tienen encanto, con sus contradicciones. Una bella película.