Sin duda es una de las mejores comedias del cine. El endiablado ritmo que no decae en ningún momento, la genial pareja Lemmon-Matthau y la sucesión de situaciones que van engarzándose de modo ágil e impredecible construyen una singular trama que no decae con el paso del tiempo. Lo que más me ha llamado la atención siempre en esta película es cómo el argumento descansa -de manera admirable- en un espacio casi único sin que ello sea un obstáculo para perder vivacidad o dinamismo. Humor inteligente, situaciones resueltas con brillantez y cinismo a raudales para pasar un rato divertido