Lamentablemente esa es la sensación que he sentido como espectador al ver esta historia, filmada expresamente con lentitud y distanciamiento por su director Laurent Cantet.
Dejemos a un lado el tema que trata (que sí es interesante: la búsqueda de ese algo que necesita la mujer madura para llenar un cierto vacío existencial y que confude con amor cuando es realmente sexo unidireccional y oportunidad de supervivencia para la otra parte); pero como película resulta decepcionante y ridícula, profundiza poco a nada, no seduce (aunque parece que lo intenta), ni siquiera el sexo resulta apasionante (las escenas de cama apenas provocan nada), ni tan solo el paisaje es tratado con suficiente amor por la cámara como para convertirse en atractivo protagonista para el espectador a falta de otros alicientes.
Comprendo la intención expresa en la dirección de narrarnos algo "como si no pasara nada", con esa ataraxia y ese tiempo suspendido en una playa en calma total en contraposición con la vorágine que sufre el país, pero esto es cine, y el espectador necesita algo más, algo a lo que agarrarse para no bostezar continuamente y dejar de prestar atención a la historia casi desde el inicio, algo que suscite su interés y haga que todo el esfuerzo técnico y artístico que ha dado vida a la novela de Dany Laferrière no haya sido en vano.
Ni la buena y magnética actuación Charlotte Rampling puede con su talento levantar el film en solitario, sería algo faraónico, imposible.
Por el tema podría haber sido una película interesante y que suscitara cierta fascinación, lamentablemente se queda en meros apuntes, trazos desdibujados de algo que podria haber tomado una forma cinematográfica atrayente y que se ha perdido definitivamente en el camino, quedando en nada.
Esa nada que vemos al mirar las playas de Haití, cegados por el sol: puro mar entre el cielo y la arena.