La segunda entrega de la llamada trilogía del dólar, es en mi opinión la menos buena de las tres, eso no quita para que hablemos de una gran película realizada con más medios y que gana con la inclusión en su reparto de los carismáticos Lee Van Cleef y en menor medida del alocado Klaus Kinski.

Se trata de otra obra maestra del llamado spaghetti western, subgénero que su director Sergio Leone creó en los sesenta y que revolucionó y revitalizó el western para siempre, ejerciendo una notable influencia en otros autores, fans confesos del italiano, como Quentin Tarantino o el propio Clint Eastwood.

Cuenta la historia de un par de cazarrecompensas que van en busca de un asesino atracador de bancos y su peligrosa banda aunque por distintos motivos.

Dos horas de enfrentamientos y tensiones entre tipos duros y de pocas palabras que enseguida se calientan y solventan sus diferencias a tiros. La trama incluye traiciones y giros argumentales que te mantienen atento disfrutando de unas actuaciones memorables y la banda sonora del maestro Ennio Morricone que perdura.