Primera colaboración del tándem Walsh-Flynn que se saldó con una excelente película del Oeste que narra la vida del legendario George Armstrong Custer. Es cierto que la visión que se da del personaje está idealizada pero eso no le resta méritos a un film trepidante dirigido con maestría por Raoul Wash que dota a la historia de un ritmo dinámico que hace que la película se pase en un suspiro. A esto se añade la emotiva banda sonora de Max Steiner y el impagable sentido del humor presente en toda la película.

Nadie mejor que el encantador Errol Flynn para encarnar a este mítico héroe que popularizó como nadie el famoso Séptimo de caballería con el himno "Garry Owen" a la cabeza. Custer fue un hombre nacido para combatir, incapaz de adaptarse a la vida civil y siempre con el mono de entrar en batalla hasta lograr la gloria de la victoria. Este carácter belicoso y desobediente le granjeó conflictos y éxitos a partes iguales y a pesar de su numerosas victorias en el campo de batalla contra los indios y los confederados durante la Guerra de Secesión Americana, siempre será recordado por caer masacrado junto a su regimiento a manos de los indios en Little Big Horn. Su fuerte personalidad y sus ganas de luchar no estaban reñidas con el romanticismo puesto que la película también recoge la hermosa historia de amor que vivió con su mujer encarnada en el film por la bella Olivia de Havilland.

En el reparto también destaca la presencia de Arthur Kennedy, su compañero bromista en la academia de cadetes y posterior empresario sin escrúpulos con el que tendrá sus más y sus menos, así como la de Anthony Quinn en uno de sus primeros papeles de peso interpretando al jefe indio Caballo Loco.