El puente de los espías es una sólida intriga de espionaje ambientada en plena Guerra Fría, que narra la historia real de un canje de prisioneros, un piloto americano y un espía soviético, entre la URSS y Estados Unidos. El abogado James Donovan (Tom Hanks) es el elegido para llevar a cabo el intercambio. La idea de las autoridades norteamericanas es mostrar a sus enemigos, que en América hay justicia y el espía tendrá todas las garantías procesales durante el juicio farsa. Sin embargo el contexto de paranoia colectiva ante un inminente ataque nuclear soviético hace que la tarea de defenderle no sea muy grata y todo el mundo se vuelva en contra de Donovan, incluida su propia familia.

La película consta de dos partes: Una primera más jurídica en la que la trama tiene lugar en América. Y la segunda en Berlín en plena construcción del muro, para realizar el intercambio en un momento en el que las relaciones entre las dos superpotencias son de máxima tensión. Para complicar aún más las cosas, un estudiante de economía americano es apresado en la Alemania Oriental. Donovan acudirá a Berlín para gestionar por su cuenta la liberación de los dos rehenes a cambio del espía soviético.

Esta segunda parte es la más interesante aunque la historia se complica por las negociaciones que las distintas partes llevan a cabo para conseguir sus objetivos. Sin embargo el guión de los Coen es meridianamente claro en la explicación de los hechos y la trama no se vuelve farragosa como suele pasar a veces en las películas de espías. La recreación del Berlín de comienzos de los sesenta resulta admirable. Parece que estemos allí mismo. El trabajo de los actores es otro de los puntos fuertes del film, con un Tom Hanks soberbio así como el elenco de secundarios más o menos conocidos incluido el veterano Alan Alda.

Hay también una crítica política a los dos países en liza (spoiler)