A pesar de no ser uno de sus trabajos más reconocidos, El sargento negro es otro excelente título dentro de la inmaculada filmografía de John Ford. Personalmente la tengo mucho cariño porque es de esas películas que ves de niño y te encantan.

Protagonizada por el imponente Woody Strode, cuenta una historia de misterio en torno al brutal asesinato de una joven cuyas sospechas recaen en un suboficial de raza negra. A través de los recuerdos de los diferentes testigos del suceso asistimos a un juicio militar en el que se pretende dilucidar la inocencia o culpabilidad del acusado. Ante las sospechas contra el acusado de un caso de violación y asesinato, la objetividad del tribunal y de la opinión pública quedan condicionadas por el color de la piel del protagonista.

En realidad el juicio y la intriga criminal no son más que el pretexto del que se sirve su director para lanzar un alegato contra el racismo en el ejército y la sociedad americana en general y al mismo tiempo una defensa de la dignidad de los militares negros.

Ford siempre se mostró muy respetuoso con el tratamiento que se daba a los indios en el cine. En sus películas no son siempre los malos de la historia y lo mismo hizo en menor medida con los negros porque fue uno de los primeros directores en darles visibilidad y protagonismo. Con Woody Strode volvería a trabajar en El hombre que mató a Liberty Valance.