Harold Ramis, director de Año Uno, ha realizado una estimable tarea como guionista y director en el pasado. Suya es la autoría de ‘Los cazafantasmas’, que supuso el mayor éxito en cine de una serie de cómicos en su mayoría procedentes de la tele, así como las muy estimables ‘Atrapado en el tiempo’ o ‘Una terapia peligrosa’. Ahora, y asociado con el omnipresente Judd Apatow, productor de la cinta, firma esta comedia payasa que utiliza la excusa de los cavernícolas para hacer un somero repaso del libro más importante de la historia, La Biblia.

Año Uno es una mera sucesión de viñetas desarticuladas, de chistes visuales y/o verbales nada refinados y de sketches que funcionarían por separado en un show televisivo, pero que un largometraje valen sólo en ocasiones. Pese a que la sonrisa es más o menos habitual, y a veces surge la carcajada, la impresión que da la cinta es pobre.

Año Uno puede considerarse como fallida, pese a que personalmente tampoco me he sentido atacado intelectualmente.

Algunos gags son verdaderamente divertidos, y si uno tolera la mímica de Black o Cera pueden pasar un rato entretenido.