Tiene el espíritu navideño esperado, pero además aporta alma y corazón, elementos que a mí me han llegado bastante profundo haciéndome empatizar con sus fantásticas intérpretes entre las que destaco a una majestuosa Kristen Stewart, quién con esta película se postula ya cómo una de mis actrices favoritas. Tampoco se queda atrás una magnifica Mackenzie Davis que sobrelleva sin problema las dualidades de su personaje. Del resto del reparto poco tengo que añadir, cumplen bien sus caricaturescos roles aportando cada cual su granito de arena en esta enternecedora historia.

Sí, es una fórmula repetida hasta el hartazgo y sí, en ocasiones peca de predecible, pero sorprendentemente sigue funcionando a día de hoy. Si queremos hacer el burdo ejercicio de buscar dentro del truco del mago, veremos que no es más que la clásica quedada familiar navideña en que nosotros como espectadores conocemos secretos que los personajes no y, que, a raíz de ello, se crean situaciones tan hilarantemente incómodas que funcionan en su totalidad. Lo bueno de todo ello es que se mantiene fresca y contemporánea con los detalles de actualidad que la conforman, planteándonos dudas y moralejas de toda la vida a las que se le incluyen otras de nuevas que hoy día nos acontecen.

Hace ademán, además, de destapar las por-todos-conocidas dos facetas del ser humano; la familiar y la extrafamiliar, a menudo tan diferentes que se contraponen totalmente. ¿Cuál de ellas es la que realmente prevalece, la verdadera, la que no se reprime? ¿Merece la pena impostar algo fuera de nuestra naturaleza para agradar a alguien por muy cercano a nosotros que sea? Al fin y al cabo, ese malestar tan, por desgracia, naturalmente interiorizado sólo hace que dañar a nosotros y, a la larga, a quiénes nos rodean, pues no pueden disfrutar de nosotros sin ningún tipo de tapujos.