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Voto de Federico_Casado:
6
Drama. Romance Nueva York, años 20. En la alta sociedad norteamericana, llama la atención la presencia de Jay Gatsby, un hombre misterioso e inmensamente rico, al que todos consideran un advenedizo, lo que no impide que acudan a sus fastuosas fiestas en su gran mansión de Long Island. Gatsby vive obsesionado con la idea de recuperar al amor que dejó escapar años atrás. Para ello se hará amigo de su vecino recién llegado, el joven Nick Carraway. (FILMAFFINITY) [+]
23 de mayo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En pleno siglo XXI, y con un panorama cinematográfico tan trillado, o te distingues por algo como director, o pasas a ser un artesano más de la industria. Nombres como los de Tarantino, Guy Ritchie o David Fincher tienen una marca especial. Unos por los guiones y diálogos, otros por la forma de contar las cosas y una imaginación visual original... y otros por mezclarlo todo. Mejor dicho, no son otros. Es otro, en singular. Es Baz Luhrman, alguien capaz de mezclar a Miami, el tunning, Madonna, Sting, Sonrisas y lágrimas, Marilyn Monroe, Queen, Abba, la Bohemia francesa del siglo XIX, Shakespeare y el amor... siempre el amor. Bueno pues ahora Mr. Luhrman, el barroco, alucinado y visionario Luhrman se ha asomado al peculiar universo de uno de los más peculiares autores del siglo XX, Scott Fitzgerald, con su más particular obra, centrada en la enigmática y singular personalidad de un multimillonario.
Articulada como un viaje hasta los locos años 20 del Charlestón, el florecimiento económico de Wall Street, y de Estados Unidos como potencia dominante de occidente durante todo el siglo XX, la imaginación de Luhrman parece tener licencia como para mezclar en una coctelera todo tipo de influencias estéticas y musicales, desde los videoclips de la MTV hasta Gershwin. Y queda todo muy bonito, muy espectacular, muy fastuoso... pero ¿realmente hace falta? Pues no, la verdad.
Y no es porque la fórmula no funcione: vamos a ver, en "Romeo y Julieta", la cosa funcionaba porque era un musical puro y duro; había varios números en los que los protagonistas cantaban, directamente. En "Moulin Rouge", también funcionaba, porque era un verdadero recital de canciones a cuál más alucinante (desde el impresionante "Your song" de Ewan McGregor al inolvidable "Roxanne" del mismísimo ¡José Feliciano y en formato de tango!). Pero aquí toda esa parafernalia solo parece estar presente porque "queda bonito", ya que no añade nada a la historia (ni siquiera estéticamente), que ya es de por sí lo suficientemente fascinante como para sumarle más elementos. La atormentada e inolvidable historia de amor entre Gatsby y Daisy tiene tantos recovecos, tantas dobles lecturas, tantos guiños a la avaricia, la fortuna, la entrega, la pasión, la fidelidad y el amor que algo tan poliédrico debe ser directo, sin paños calientes. En ese sentido la versión de Jack Clayton (con guión de Francis Ford Coppola, nada más y nada menos...) con Redford creo que recoge mucho mejor esa visión de Fitzgerald a las miserias y grandezas humanas, sin adornarlas con recursos estilísticos algunos.
Porque precisamente, cuando mejor funciona la película (o cuando, sencillamente, funciona) es precisamente cuando nos centramos en ella y nos dejamos de la parafernalia audiovisual de la que el director australiano llega a abusar en muchos momentos. Es como un empacho de grandiosidad, que tampoco hace falta para contar una historia que ya es de por si grandiosa. Tan grandiosa como para mostrar que el hombre persigue incansablemente una ilusión que jamás podrá llegar a alcanzar.
Luhrman, que siempre se ha caracterizado por acertar en sus repartos, en esta ocasión comete un error garrafal con Carey Mulligan, que está a años luz de Leonardo DiCaprio (que éste sí que da un verdadero recital en el film), Tobey Maguire (recuperado para el Star System, del que nunca tuvo que haberse marchado) o Joel Edgerton. Mulligan está tan lángida, tan sosa, tan inexpresiva, que casi rompe todas las secuencias en las que aparece. Mucho más las que comparte con DiCaprio, que quedan diluídas en el rostro inexpresivo de la actriz, condenando a la total incredulidad al espectador.
Dicho todo lo anterior, Luhrman debería de haber tomado este libro y haber hecho una película sin más. Ni florituras, ni artificios, ni juegos de cámara, ni números musicales. Claro que...¿entonces sería Luhrman? Ya intentó ser "normal" con "Australia" y le salió regular, por mucho que estuvieran Hugh Jackman y Nicole Kidman. De manera que venga, a ser hortera y a mezclarlo todo para conseguir un cóctel ¿original? Si hay que elegir, pues, un adjetivo para Luhrman...en muchos casos, sencillamente macarra. Cuente lo que cuente.
Federico_Casado
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