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Voto de JACHi:
4
2017
Steve Lightfoot (Creador), Andy Goddard ...
7.1
7,990
Serie de TV. Acción
Serie de TV (2017-2019). 2 temporadas. 26 episodios. Frank Castle, conocido por las calles de Nueva York como 'el Castigador', busca venganza contra los responsables de la muerte de su familia y, por el camino, destapa una conspiración que va mucho más allá de su vendetta personal. Spin-off de la serie "Daredevil". (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2018
15 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mediocre no es lo “malo”. Digamos que lo malo (lo deficiente, lo pobre...) es algo flagrantemente defectuoso, que por incompetencia de su creador, o por dejadez o por negligencia, da un resultado que cualquiera que tenga un mínimo de criterio tildaría de fallido, de fracasado.
Y si nos paramos a pensarlo, en el campo del cine casi nunca vemos una película que sea clamorosamente mala, ciñéndonos a la definición de arriba. Sólo se me ocurre a lo mejor, pues estos largometrajes o cortometrajes amateurs, de concursos audiovisuales de pueblo, en que proyectan quince cortos, de los cuales trece son una risa de lo pésimamente realizados que están.
Pero lo MEDIOCRE es otra cosa. Es mucho más común. Es algo que se halla en “la media”, en lo habitual, en lo que no destaca ni para bien ni para mal. Es la falta de osadía del creador, que se limita a dar al público lo que (cree que) le gusta, y no mucho más. Los que la ejercen (la mediocidad), son personas que han trabajado duro, que han estudiado lo esencial del arte. Pero ni son particularmente talentosas, ni tampoco son demasiado sabias: au contraire, suele ser gente bastante ignorante que no se preocupa de conocer a los clásicos. Y eso se nota. ¿En qué? En que lo que producen, es mediocre.
Ocupándonos ya sí de la serie de THE PUNISHER, evidentemente no es pésima ni horrible. Estas nuevas series ya las financian con tanta pasta que no se la juegan contratando a retrasados mentales para que las rueden... (sí, ya sé que de cuando en cuando, alguno se les cuela). Las series las hacen profesionales altamente cualificados. Pero por algún motivo, y a pesar de ello, no salen obras maestras, sino cosillas curiosas en el mejor de los casos.
¿Tiene el guión de THE PUNISHER una estructura absolutamente sólida, que evoluciona de forma inteligente (e interesante) hacia uno o varios clímax en que los conflictos planteados son resueltos de manera creíble y entretenida? No, en esa parte es mediocre.
¿Son las interpretaciones del elenco lo suficientemente verosímiles o creativas como para dejarnos huella de lo veraces o sorprendentes que han resultado? No, en ese aspecto también es mediocre la serie.
¿Los personajes están bien construídos, de forma que no se contradigan con excesiva frecuencia en su modo de proceder para con los conflictos que se les plantean, y en su modo de interactuar con los otros personajes que hay alrededor? ¿O hay alguno que por el carisma con que lo han dotado quede grabado en nuestra memoria? No, de nuevo por aquí es mediocre.
¿La fotografía es genial? ¿La banda sonora es increíble? ¿Las escenas están rodadas con maestría y originalidad? ¿El ritmo es ágil, la trama se deja ver sin complicaciones, el montaje es destacable? ¿La producción es puro espectáculo?
No.
Ya hemos definido la mediocridad.
Es la serie de THE PUNISHER.
Veréis. Hacer una película (o una serie, lo mismo da) es como una partida de ajedrez de alto nivel. El de blancas puede estar haciendo la partida de su vida en las primeras treinta jugadas, pero si se despista y en la treinta y uno comete un error, habrá perdido. Y el esfuerzo de (quizás) años y años habrá sido inútil.
Con los guiones pasa igual. Todo parece marchar de forma correcta al principio, y nuestro cerebro acepta de manera natural los eventos que van teniendo lugar en la pantalla. Pero he aquí que sucede algo raro... una reacción inesperada (por poco creíble), o un giro incoherente, o inverosímil... o una situación excesivamente rebuscada... Y nuestro cerebro (al que no le gusta que tomen por idiota) se despierta y frunce el ceño. Y a continuación, “espoilearé” las cagadas más dolorosas que yo he visto a este respecto:
(Spoiler empieza aquí:)
- En general, me ha molestado desde siempre que una serie que se titule THE PUNISHER conceda tan pocos minutos de protagonismo a The Punisher. Esto lo sufrí de chico cuando veía el CAPITáN PLANETA, quien no se dignaba ni a salir en algunos episodios, aunque la madre del cordero vino cuando vi por primera vez (y grande expectación) AKIRA. Plof.
Pues bien, aquí los personajes circundantes disfrutan de excesivo metraje en relación con el de Frank Castle. Especialmente, el encarnado por Ben Barnes (el amigo Billy Russo). Me he cansado de verle la carita (y el tórax) a este sujeto. Yo quería ver al Castigador, pero en fin.
- Las subtramas son un coñazo. Los guionistas seguramente aduzcan que estos “mini-argumentos” insertados dentro del gran argumento de la serie enriquecen y entretienen mejor al espectador, pero se equivocan. No sólo aburren, sino que distraen. Y en concreto, la del tal Lewis Wilson (el niñato que se vuelve terrorista) es profundamente tediosa. Empezando porque mata al gordo borracho por la p*** cara y sin venir a cuento. Y terminando con que el Castigador se entromete en sus planes “porque es un asesino que está haciendo daño a la gente”... Vamos a ver: Punisher no es un justiciero al estilo de Superman o Spiderman; no va sobrevolando la ciudad en busca de menesterosos a los que salvar de un incendio, y menos en esta serie. Se supone que Castle debe permanecer recluído en la sombra hasta que sus asuntos contra el malo malísimo se resuelvan, no puede ir por ahí impidiendo tragedias exponiéndose a que sus planes, trazados meticulosamente, se desbaraten así como así. Digo yo, vamos.
...
Y si nos paramos a pensarlo, en el campo del cine casi nunca vemos una película que sea clamorosamente mala, ciñéndonos a la definición de arriba. Sólo se me ocurre a lo mejor, pues estos largometrajes o cortometrajes amateurs, de concursos audiovisuales de pueblo, en que proyectan quince cortos, de los cuales trece son una risa de lo pésimamente realizados que están.
Pero lo MEDIOCRE es otra cosa. Es mucho más común. Es algo que se halla en “la media”, en lo habitual, en lo que no destaca ni para bien ni para mal. Es la falta de osadía del creador, que se limita a dar al público lo que (cree que) le gusta, y no mucho más. Los que la ejercen (la mediocidad), son personas que han trabajado duro, que han estudiado lo esencial del arte. Pero ni son particularmente talentosas, ni tampoco son demasiado sabias: au contraire, suele ser gente bastante ignorante que no se preocupa de conocer a los clásicos. Y eso se nota. ¿En qué? En que lo que producen, es mediocre.
Ocupándonos ya sí de la serie de THE PUNISHER, evidentemente no es pésima ni horrible. Estas nuevas series ya las financian con tanta pasta que no se la juegan contratando a retrasados mentales para que las rueden... (sí, ya sé que de cuando en cuando, alguno se les cuela). Las series las hacen profesionales altamente cualificados. Pero por algún motivo, y a pesar de ello, no salen obras maestras, sino cosillas curiosas en el mejor de los casos.
¿Tiene el guión de THE PUNISHER una estructura absolutamente sólida, que evoluciona de forma inteligente (e interesante) hacia uno o varios clímax en que los conflictos planteados son resueltos de manera creíble y entretenida? No, en esa parte es mediocre.
¿Son las interpretaciones del elenco lo suficientemente verosímiles o creativas como para dejarnos huella de lo veraces o sorprendentes que han resultado? No, en ese aspecto también es mediocre la serie.
¿Los personajes están bien construídos, de forma que no se contradigan con excesiva frecuencia en su modo de proceder para con los conflictos que se les plantean, y en su modo de interactuar con los otros personajes que hay alrededor? ¿O hay alguno que por el carisma con que lo han dotado quede grabado en nuestra memoria? No, de nuevo por aquí es mediocre.
¿La fotografía es genial? ¿La banda sonora es increíble? ¿Las escenas están rodadas con maestría y originalidad? ¿El ritmo es ágil, la trama se deja ver sin complicaciones, el montaje es destacable? ¿La producción es puro espectáculo?
No.
Ya hemos definido la mediocridad.
Es la serie de THE PUNISHER.
Veréis. Hacer una película (o una serie, lo mismo da) es como una partida de ajedrez de alto nivel. El de blancas puede estar haciendo la partida de su vida en las primeras treinta jugadas, pero si se despista y en la treinta y uno comete un error, habrá perdido. Y el esfuerzo de (quizás) años y años habrá sido inútil.
Con los guiones pasa igual. Todo parece marchar de forma correcta al principio, y nuestro cerebro acepta de manera natural los eventos que van teniendo lugar en la pantalla. Pero he aquí que sucede algo raro... una reacción inesperada (por poco creíble), o un giro incoherente, o inverosímil... o una situación excesivamente rebuscada... Y nuestro cerebro (al que no le gusta que tomen por idiota) se despierta y frunce el ceño. Y a continuación, “espoilearé” las cagadas más dolorosas que yo he visto a este respecto:
(Spoiler empieza aquí:)
- En general, me ha molestado desde siempre que una serie que se titule THE PUNISHER conceda tan pocos minutos de protagonismo a The Punisher. Esto lo sufrí de chico cuando veía el CAPITáN PLANETA, quien no se dignaba ni a salir en algunos episodios, aunque la madre del cordero vino cuando vi por primera vez (y grande expectación) AKIRA. Plof.
Pues bien, aquí los personajes circundantes disfrutan de excesivo metraje en relación con el de Frank Castle. Especialmente, el encarnado por Ben Barnes (el amigo Billy Russo). Me he cansado de verle la carita (y el tórax) a este sujeto. Yo quería ver al Castigador, pero en fin.
- Las subtramas son un coñazo. Los guionistas seguramente aduzcan que estos “mini-argumentos” insertados dentro del gran argumento de la serie enriquecen y entretienen mejor al espectador, pero se equivocan. No sólo aburren, sino que distraen. Y en concreto, la del tal Lewis Wilson (el niñato que se vuelve terrorista) es profundamente tediosa. Empezando porque mata al gordo borracho por la p*** cara y sin venir a cuento. Y terminando con que el Castigador se entromete en sus planes “porque es un asesino que está haciendo daño a la gente”... Vamos a ver: Punisher no es un justiciero al estilo de Superman o Spiderman; no va sobrevolando la ciudad en busca de menesterosos a los que salvar de un incendio, y menos en esta serie. Se supone que Castle debe permanecer recluído en la sombra hasta que sus asuntos contra el malo malísimo se resuelvan, no puede ir por ahí impidiendo tragedias exponiéndose a que sus planes, trazados meticulosamente, se desbaraten así como así. Digo yo, vamos.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
- Los antagonistas principales, Billy Russo y el calvete (Rawlins) cometen unas cuantas incoherencias muy punzantes. El segundo, nos es presentado en once capítulos como un frío, despiadado y absolutamente desapasionado villano, cuya única motivación se nos deja claro que es la pasta e, indirectamente (pero para conservar su estatus de ricachón), su imagen pública. Pues en el cap. 12 se convierte de repente en un alumno aventajado del Doctor Maligno que disfruta dándole sádicos puñetazos a Frank. Por enésima vez, un tiro en la cabeza sería demasiado fácil.
Y en cuanto a Billy Russo para qué hablar. Más de una vez (y de seis) tiene que salir airoso cargándose a algún inocente, pero también más de una vez (y de diez) tiene la oportunidad clamorosa de quitar de en medio a algún obstáculo pero por razones supuestamente sentimentales, decide no hacerlo en el último momento. Como cuando tiene en su mira de Sniper a la agente Madani y en vez de volarle los sesos, dispara a las ruedas del coche. Madre mía qué random...
- En cada episodio hay ¡al menos! DOS diálogos (más bien monólogos) en que un personaje se pone a evocar su pasado de mierda. ‘Para que comprendamos mejor sus motivaciones’, dirá el gilipuertas de turno, pero se entiende que ya van implícitas en el modo de actuar cotidiano, en las cosas que hacen y que dicen. En serio, el número de “aclaraciones” de cuando papá me llevaba al parque de atracciones, o de hay que ver lo mucho que echo de menos a mi mujer es de exasperación no: LO MUUYYYYYYY SIGUIENTE.
¡De verdad, me importan un pito, joder! La intro del Arcade de Capcom de Punisher duraba once segundos, ¡Once jodidos segundos! Y mi mente de diez años comprendió al instante las motivaciones de Frank Castle. No me hacían falta estos insufribles soliloquios introspectivos, lo digo de veras. ¿O es que había que rellenar? Porque teóricamente, el Castigador es un héroe de acción, y os juro que la única escena de acción buena que he visto sucede en el cap. 11. ¡Once episodios para una sola escena! Once segundos... Once episodios... 1993 y 2017.
- Las recuperaciones milagrosas. Por ejemplo, la de Karen Page (patético cameo, dicho sea de paso): se ve envuelta en un tiroteo con numerosos muertos, siendo tomada como rehén, y estando al borde de la muerte dos o tres veces. Una hora después de los hechos, está en un sofá tan pancha, contándole todo al policía, y marcándose sonrisitas incluso.
Aunque es más llamativo lo de Frank, al que dejan medio muerto en tres ocasiones, y que en las tres se recobra en cuestión de minutos. ¿Con secuelas físicas irreparables? No, caminando por su propio pie y con ganas de matar. Tíos, hasta Goku era más consistente, cuando se pasaba treinta capítulos o más curándose de las heridas de un combate.
Ah, y Madani recibiendo un disparo en la chola en el enfrentamiento último, y hala. A vivir también, no ha pasao ná.
Esta serie nos ha jodido que no es genial. Lo cual no importa. Yo valoro bastante más el trabajo y el esfuerzo que el genio. Pero es que aquí ni siquiera han trabajado lo suficiente. Se han limitado a lo básico. Y por eso, a mí no me han ganado.
¿Y sabéis algo más? Punisher evidentemente es un héroe republicano, con sentimientos republicanos, métodos republicanos, y psicología republicana. Pero la serie la han hecho demócratas (en España, progres). De ahí la estúpida ambigüedad de un personaje que en los comics y en las películas tiene las cosas clarísimas desde el comienzo hasta el final.
Y en cuanto a Billy Russo para qué hablar. Más de una vez (y de seis) tiene que salir airoso cargándose a algún inocente, pero también más de una vez (y de diez) tiene la oportunidad clamorosa de quitar de en medio a algún obstáculo pero por razones supuestamente sentimentales, decide no hacerlo en el último momento. Como cuando tiene en su mira de Sniper a la agente Madani y en vez de volarle los sesos, dispara a las ruedas del coche. Madre mía qué random...
- En cada episodio hay ¡al menos! DOS diálogos (más bien monólogos) en que un personaje se pone a evocar su pasado de mierda. ‘Para que comprendamos mejor sus motivaciones’, dirá el gilipuertas de turno, pero se entiende que ya van implícitas en el modo de actuar cotidiano, en las cosas que hacen y que dicen. En serio, el número de “aclaraciones” de cuando papá me llevaba al parque de atracciones, o de hay que ver lo mucho que echo de menos a mi mujer es de exasperación no: LO MUUYYYYYYY SIGUIENTE.
¡De verdad, me importan un pito, joder! La intro del Arcade de Capcom de Punisher duraba once segundos, ¡Once jodidos segundos! Y mi mente de diez años comprendió al instante las motivaciones de Frank Castle. No me hacían falta estos insufribles soliloquios introspectivos, lo digo de veras. ¿O es que había que rellenar? Porque teóricamente, el Castigador es un héroe de acción, y os juro que la única escena de acción buena que he visto sucede en el cap. 11. ¡Once episodios para una sola escena! Once segundos... Once episodios... 1993 y 2017.
- Las recuperaciones milagrosas. Por ejemplo, la de Karen Page (patético cameo, dicho sea de paso): se ve envuelta en un tiroteo con numerosos muertos, siendo tomada como rehén, y estando al borde de la muerte dos o tres veces. Una hora después de los hechos, está en un sofá tan pancha, contándole todo al policía, y marcándose sonrisitas incluso.
Aunque es más llamativo lo de Frank, al que dejan medio muerto en tres ocasiones, y que en las tres se recobra en cuestión de minutos. ¿Con secuelas físicas irreparables? No, caminando por su propio pie y con ganas de matar. Tíos, hasta Goku era más consistente, cuando se pasaba treinta capítulos o más curándose de las heridas de un combate.
Ah, y Madani recibiendo un disparo en la chola en el enfrentamiento último, y hala. A vivir también, no ha pasao ná.
Esta serie nos ha jodido que no es genial. Lo cual no importa. Yo valoro bastante más el trabajo y el esfuerzo que el genio. Pero es que aquí ni siquiera han trabajado lo suficiente. Se han limitado a lo básico. Y por eso, a mí no me han ganado.
¿Y sabéis algo más? Punisher evidentemente es un héroe republicano, con sentimientos republicanos, métodos republicanos, y psicología republicana. Pero la serie la han hecho demócratas (en España, progres). De ahí la estúpida ambigüedad de un personaje que en los comics y en las películas tiene las cosas clarísimas desde el comienzo hasta el final.