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Voto de JACHi:
5
7.0
32,179
Drama
París, 1968. Isabelle (Eva Green) y su hermano Theo (Louis Garrel), solos en la ciudad mientras sus padres están de viaje, invitan a su apartamento a Matthew (Michael Pitt), un joven estudiante americano, al que han conocido en un cine. Una vez en casa, establecen unas reglas para conocerse mutuamente, explorando emociones y erotismo a través de una serie de juegos extremadamente arriesgados. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2009
46 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a suspender a esta cinta, porque sería un falso si dijese que no me ha provocado un cierto impacto. Y que una película te provoque una reacción, buena o mala, es lo mínimo a lo que debe aspirar. Ahora bien, la impresión que me ha causado ha sido de rechazo y de desagrado, casi de repulsa, y no es culpa mía, sino del director, que parece haberse propuesto convertirse en el cineasta más escatológico de todos los tiempos.
Pero lo que me disturba de verdad no es la coprofagia y la pornografía que manchan todo el filme, sino el insoportable marxismo implícito en su mensaje. ¿Cuándo se van a convencer de que esa gente que fumaban cigarritos de colores, llevaban boinas rojas, montaban en bici por París y se ponían a discutir sobre cine clásico y arte 'pop' mientras se toman un croissant, o sobre las teorías revolucionarias del (asesino de masas) MAO TSE DONG y sobre la injusta situación del proletariado mientras eligen una botella de Chateau del 53 de la bodega de sus papás, no eran más que unos flipados burgueses e hipócritas carentes de identidad, de valores éticos mínimos y en definitiva, de humanidad? En fin, no creo que por ponerse una banderita soviética y tirarle guijarros a la policía se merezcan que les dediquen tantas películas.
Pero lo que me disturba de verdad no es la coprofagia y la pornografía que manchan todo el filme, sino el insoportable marxismo implícito en su mensaje. ¿Cuándo se van a convencer de que esa gente que fumaban cigarritos de colores, llevaban boinas rojas, montaban en bici por París y se ponían a discutir sobre cine clásico y arte 'pop' mientras se toman un croissant, o sobre las teorías revolucionarias del (asesino de masas) MAO TSE DONG y sobre la injusta situación del proletariado mientras eligen una botella de Chateau del 53 de la bodega de sus papás, no eran más que unos flipados burgueses e hipócritas carentes de identidad, de valores éticos mínimos y en definitiva, de humanidad? En fin, no creo que por ponerse una banderita soviética y tirarle guijarros a la policía se merezcan que les dediquen tantas películas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La cosa empieza inocentemente con un par de tetillas en la pantalla; luego se sube de tono con algún que otro desnudo integral; pero definitivamente el asunto se pervierte del todo en cuanto la colega le exige a su hermano que se masturbe delante de ella y más tarde cuando el hermano obliga al amigo a trincarse a su hermana mientras él se fríe unos huevitos como si nada, por no hablar de que luego le examine el chirri para ver si tiene sangre, y los dos que acaban de fornicar en el suelo de la cocina se restriegan esa misma sangre por la cara mientras se enrollan.
Sinceramente, no sé a dónde deben conducir esa serie de guarradas sin sentido, excepto cuando lo único que se busca es incomodar al personal (o excitar, dependiendo del espectador).
Y claro, luego me acordé de EL úLTIMO TANGO EN PARíS, que no es otra cosa que eso: burradas que se disfrazan de genialidades vanguardistas.
Ah, me encanta le escena en la que los padres (padrazos, mejor dicho) se los encuentran despelotados y durmiendo juntos a los tres, y en vez de molerlos a palos (como harían los cabrones de nuestros padres) les dejan debajo del vino un cheque para que no les falte chocolate que fumar.
Sinceramente, no sé a dónde deben conducir esa serie de guarradas sin sentido, excepto cuando lo único que se busca es incomodar al personal (o excitar, dependiendo del espectador).
Y claro, luego me acordé de EL úLTIMO TANGO EN PARíS, que no es otra cosa que eso: burradas que se disfrazan de genialidades vanguardistas.
Ah, me encanta le escena en la que los padres (padrazos, mejor dicho) se los encuentran despelotados y durmiendo juntos a los tres, y en vez de molerlos a palos (como harían los cabrones de nuestros padres) les dejan debajo del vino un cheque para que no les falte chocolate que fumar.