El primer efecto secundario que he sufrido tras ver la película es el nacimiento de una aversión a la sandía, fruta que hasta el momento saboreaba con gusto.
La misma sensación me ha provocado el film, resultándome indigesto, cuando yo era hasta el momento un amante del cine oriental. Aunque quizás el estado de malestar general que transmite la película resulta ser un éxito del director, en un afán de dejar huella en el espectador. En ese caso, considero que "El sabor de la sandía" podría salvarse de la hoguera, aunque nunca ser elevada a película de culto.
De hecho, si bien es cierto que es mejor el film que deja alguna sensación en el espectador, aún y siendo esta negativa, que no aquel que no logra traspasar la piel sensible de la gente (la indiferéncia es letal), no basta con eso para calificar una película como buena. Motivos: el mal cuerpo que deja la peli, lejos de ser fruto de una sabia dirección en busca de la provocación del público, lo considero más bien causa de un exceso gratuito de escenas escatológicas, pornográficas (si bien es cierto que el director procura eliminar cualquier plano en el que aparecieran miembros sexuales), vacías de contenido narrativo (hecho que descoloca primero, aburre después, y acaba poniendo los nervios de punta), forzadas (con una intención plástica raramente emotiva, y a menudo patética), lentas (aunque pueda parecer estúpido, hay momentos en que los planos se aguantan tanto que parece que el director iba pillado de tiempo o le faltaban planos y renunció a un montaje más convencional y dinámico), inconexas (a veces te da la sensación de que estás asistiendo a un trailer interminable de una peli oriental, que no parece que evolucione el argumento).
Cúmulo de despropósitos insustanciales y desprovistos de razón de ser sería mi veredicto de la película. Claro está que toda la lista de debilidades anteriores pueden girarse i resultar sus verdaderos atractivos. Que si la lentitud del montaje repercute en la creación de una atmósfera claustrofóbica, rutinaria.Que si las tomas más rebuscadas y con perspectivas imposibles son un claro ejemplo de la creatividad del maestro taiwanés. Que si el mérito de la película es la cantidad de sensaciones que transmite contándonos una historia aparentemente anodina...
Supongo que es ahí, y en otras observaciones que se me escapan, dónde los críticos entendidos se han agarrado para alabar esta película, ya que sino es que cuando algo no se entiende se ensalza para no parecer un zoquete.
En resumen, o nos encontramos ante un tesoro cifrado con un código complicado que nuestras sencillas mentes occidentales no son capaces de resolver; o estamos ante un film flojo, que a falta de argumento y motivos para existir, apuesta por ir encadenando "gags" visuales más o menos entretenidos (que ni eso!). Yo me decanto por esto último.
Así que, me siento estafado, aunque también me he sentido un poco estafado contemplando algunas obras de Paul McCarthy, y de todos modos me encanta.