El director realiza la titánica tarea durante toda la película de sorprender y horrorizar a los espectadores provocándolos con escenas semi pornos que ya no asustan a nadie. Un culo, una teta, una vagina, o escenas casi explícitas ya no inquietan a ningún público mas o menos avezado en estas lides. Me gustó muchísimo visualmente como propuesta pero al no haber un guión más sólido la cosa se vuelve aburrida. Obviamente que no se trata de mucho o poco diálogo, el asunto es que a tanta piel expuesta se le debería dar un contexto mas estructurado. Porque la idea que plantea el director de algo muy visual me parece fabulosa, pero debería estar acompàñado de actores que respondan y puedan transmitir corporalmente lo que no pueden decir con palabras; algo que no sucede en ningún momento. El último tango en París es la muestra más cabal de lo que es el erotismo, el sexo y las tragedias, pero queda claro que acá no hay un Marlon Brandon que responda como lo hizo el divo, por lo cuál lo que parecía una propuesta distinta se transforma en un pastiche lamentable. Hay escenas logradísimas como los musicales o los juegos en donde la sandía es la protagonista principal (no sólo en el sentido erótico) que son los más acertados. Pero todo queda en la intención y el film termina decepcionando.