Spielberg filma su película más contenida, más elegante y sobre todo, madura de su carrera. A ratos drama judicial, thriller, espionaje, incluso thriller político. Se deja a un lado la seriedad y pretensión de Lincoln, y la farsa de War Horse.
Su estructura narrativa es exacta, primero vemos la historia del espía ruso, después, paralelamente, vemos la historia del piloto norteamericano, luego la historia magnífica y soberbiamente rodada del estudiante norteamericano. Todo al final se resuelve de manera predecible sí, pero efectiva.
Con su ritmo pausado, nostálgico, la fotografía granulada y la cámara en el lugar preciso, Spielberg hace magia durante 140 minutos. Quizás el reparto no pase de la media, (sí, incluso Tom Hanks). Pero es correcta casi en todos los rubros, la puesta en escena, la música, los diálogos y la dirección. El guión de los Coen quizás peca de un exceso de 15 minutos, pero se los perdonamos, porque es una historia humana, sincera, universal.
Una película entretenida, una muestra de gran cine.