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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama. Romance. Thriller Madrid, 1955. Paco, un joven que acaba de terminar el servicio militar, decide establecerse en la capital. Tiene planeado casarse con su novia Trini, pero otra mujer, una atractiva viuda llamada Luisa, a la que ha alquilado una habitación, se cruza en su camino. Obsesionado con su amante, Paco se alejará cada vez más de su novia, teniendo que elegir entre ambas. (FILMAFFINITY)
18 de abril de 2021
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A veces, las películas clave que ponen patas arriba una cinematografía y la marcan para siempre sufren tortuosos caminos para llegar. Nadie sería capaz de dudar que “Amantes” es la gran obra maestra de Vicente Aranda, su film más celebrado y conocido, que marcó de forma indeleble la historia de nuestro thriller y que creó una senda por la que después muchos discurrieron a su sombra. Y, sin embargo, paradójicamente, nació ab initio como un episodio más de la serie de TVE “La huella del crimen”, donde prestigiosos cineastas firmaban individualmente cada una de sus entregas. En su segunda temporada (Vicente Aranda ya había rodado uno para la primera), se le encomendó a Aranda este episodio real de nuestra historia criminal y lo demás es leyenda cuajada de calidad.

Porque, ¿qué no funciona en torno a esta obra maestra imperecedera? Narración perfecta e intachable de un triángulo amoroso que deriva en crimen. Paco (un Jorge Sanz en la cúspide de su carrera) es un joven que acaba de terminar la mili en la Navidad de 1955. Durante el servicio militar se ha hecho novio de Trini, la criada del Comandante, una humilde, virgen, pura, casta y beata chica de pueblo magistralmente encarnada para la historia del cine por Maribel Verdú, posiblemente en su mejor interpretación (junto a la de "La buena estrella" de Ricardo Franco).

Pero Paco alquila una habitación para vivir en la casa de una viuda llamada Luisa a la que da vida de forma soberbia (en todos los sentidos del término) Victoria Abril (junto con el de “Átame” de Pedro Almodóvar, en su papel más icónico). Luisa utiliza muchas artimañas para sobrevivir, y no todas ellas legales, y embarcará a Paco, que en el fondo siempre ha sido un hombre sin escrúpulos y adicto a todo lo que le da placer en una aventura sexual que dará pie a inmiscuirse en sus sucios negocios mientras sigue manteniendo su cándida relación con Trini.

¿Estamos ante un melodrama o es un noir? Esa pregunta, de difícil respuesta conforme la cinta va evolucionando y nos va atrapando para siempre, es el gran acierto de Vicente Aranda y lo que la convierte en una obra maestra, porque estamos ante una pregunta sin posibilidad de respuesta correcta, o más bien que cada espectador resolverá según su personal criterio, porque el melodrama lleva al thriller y el thriller al melodrama de nuevo, hasta una evolución fantástica y una conclusión soberbia para la historia de nuestro cine.

Un film donde la carga sexual funciona como motor de la acción y como justificación perfecta de todo lo que ocurre, en una imbricación con lo que va sucediendo de una perfección pocas veces conocidas en el cine. Todo ello favorecido y alentado por la dirección de fotografía de José Luis Alcaine, modélica y exquisita en su clasicismo no impostado sino naturalista, sobre todo cuando la Catedral de Burgos nevada se apropia de la pantalla y de las retinas de sus espectadores.

Y que culmina con una radiografía perfecta del angustioso franquismo, muy fielmente retratado a través de la Navidad, tiempo en el que se desarrollan siempre los diferentes momentos de la narración y que reflejan la asfixia social de la época como ninguna otra.
Sergio Berbel
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