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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama Fiel adaptación para el cine de la obra homónima de Shakespeare. Terminada la guerra civil entre César y Pompeyo (49-46 a. C.), César se convierte en dictador vitalicio y concentra en su persona todos los poderes, lo cual implica, de hecho, la desaparición de la República. En el año 44 a. C., Casio y Bruto, dos nobles romanos defensores a ultranza de las libertades republicanas, encabezan una conjura contra el dictador, que es asesinado ... [+]
15 de marzo de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De visionado obligatorio en la festividad de los Idus de Marzo (15 de Marzo), “Julio César” es una obra magna que nace de la confluencia de la portentosa dirección del gran Joseph L. Mankiewicz, la respetuosa adaptación de la brillante pieza teatral original homónima de William Shakespeare y de las históricas interpretaciones de Marlon Brando y James Mason. Obviamente, aunque algunas escenas hayan envejecido regular y a pesar de que su origen teatral se nota en cada escena, con semejantes mimbres el cesto obtenido es extraordinario.

Tan sólo por escuchar los impagables diálogos de Shakespeare recitados por tal elenco actoral, ya vale la pena. Pero no podemos olvidar que detrás de la cámara está Mankiewicz y que, por tanto, ese nombre es necesario sinónimo de elegancia, academicismo y planteamiento formal exquisito. Todo ello se cumple en “Julio César”, una obra, sea teatral o cinematográfica, profundamente política que nos muestra la ambición ilimitada de poder del ser humano, ante el que no caben límites, y las nefastas consecuencias que todo ello conlleva, tanto en el asesinado Julio César como en sus victimarios. Todos tienen oscuras razones que esconder. Un film en el que no hay buenos, porque todos ocultan aviesas intenciones y ansias de poder. Los que defienden los valores puros republicanos de Roma, en el fondo, aspiran a hacerse con el poder; la propia víctima, Julio César, ha tergiversado la legislación vigente para derivar hacia el absolutismo. Al final, ambos bandos pretenden lo mismo por cauces distintos y la obra lo muestra con una lucidez nihilista espléndida.

Para la historia del cine queda el famoso monólogo de Marco Antonio, interpretado como sólo Marlon Brando podría hacerlo, así como la escena del asesinato de Julio César con su momento final protagonizado por James Mason. Todo está medido en un guión milimétrico que firma el propio Mankiewicz, rodado en un portentoso blanco y negro por Joseph Ruttenberg y con una clásica y reconocible partitura musical del gran Miklós Rózsa.
Sergio Berbel
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