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Voto de Sergio Berbel:
8
7.4
13,425
Comedia. Drama. Romance
Un viaje de Londres a la Riviera francesa hará que Joanna y su marido Mark revivan los románticos comienzos de su relación, los primeros años de su matrimonio y sus respectivas infidelidades. Con el paso del tiempo los dos han cambiado, por lo que tendrán que enfrentarse a un dilema: separarse o aceptarse mutuamente tal como son.
5 de mayo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los dos géneros cinematográficos que han producido un mayor número de engendros intragables han sido el terror y la comedia romántica. Acercarse a ambos debe hacerse con enorme prudencia y prevención. Por eso, cuando alcanzas alguna comedia romántica inteligente y lúcida, como es el caso de “Dos en la carretera”, se agradece tanto.
Stanley Donen, un nombre propio en el cine musical, probó fortuna en este género jugando sobre seguro a través de un inteligente guión de Frederic Raphael y las eternas interpretaciones es de Audrey Hepburn y Albert Finney. El resto, lo pone el saber hacer y el oficio del maestro Donen tras la cámara.
La siguiente baza que juega el film es su forma narrativa: entrecortada y mezclando tres espacios temporales diferentes para mostrar tres etapas distintas de una relación sentimental: cuando se inicia, cuando se consolida y cuando decae. Todo ello a través de una pareja siempre en la carretera, forjando una atípica “road movie”.
Desde el punto de vista técnico, concurren dos elementos esenciales: la maravillosa fotografía de Christopher Challis de un espíritu sesentero adorable y, sobre todo y por encima de todo, la partitura musical de un tal Henry Mancini, alrededor de un único tema central que todos tenemos clavado en lo mejor de nuestro subconsciente y que va mostrándose a lo largo del metraje en decenas de versiones distintas. Otro alarde compositivo de Mancini, uno de los más grandes músicos de la historia del cine.
Stanley Donen, un nombre propio en el cine musical, probó fortuna en este género jugando sobre seguro a través de un inteligente guión de Frederic Raphael y las eternas interpretaciones es de Audrey Hepburn y Albert Finney. El resto, lo pone el saber hacer y el oficio del maestro Donen tras la cámara.
La siguiente baza que juega el film es su forma narrativa: entrecortada y mezclando tres espacios temporales diferentes para mostrar tres etapas distintas de una relación sentimental: cuando se inicia, cuando se consolida y cuando decae. Todo ello a través de una pareja siempre en la carretera, forjando una atípica “road movie”.
Desde el punto de vista técnico, concurren dos elementos esenciales: la maravillosa fotografía de Christopher Challis de un espíritu sesentero adorable y, sobre todo y por encima de todo, la partitura musical de un tal Henry Mancini, alrededor de un único tema central que todos tenemos clavado en lo mejor de nuestro subconsciente y que va mostrándose a lo largo del metraje en decenas de versiones distintas. Otro alarde compositivo de Mancini, uno de los más grandes músicos de la historia del cine.