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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama. Romance Mientras regresa a casa, después de despedirse de su novia, Andrés es atracado por dos mujeres. Cuando, algún tiempo después, se encuentra con una de ellas, una joven desequilibrada de familia acomodada, surge en Andrés una obsesión incontrolable, que imprime a su vida un giro inesperado que le conducirá a abandonar todo cuanto posee. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2021
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“Lágrimas negras”, la obra (maestra) póstuma de Ricardo Franco forma parte, junto con “En la ciudad sin límites” de Antonio Hernández y “Fugitivas” de Miguel Hermoso, de la trilogía de los hitos injustísimamente infravalorados de nuestro cine. Las tres son capitales en mi vida y, sin embargo… nunca han tenido el eco de crítica y público que merecieron desde el mismísimo instante de su concepción.

Esta película, maravillosamente triste y excesiva donde las haya, fue especial desde su rodaje, un proceso que se vio interrumpido primero y, como desgraciadamente era previsible, huérfano finalmente a mitad de rodaje por el inminente fallecimiento de su creador. Ricardo Franco, eso sí, habiendo dejado las instrucciones precisas tanto al elenco actoral como a Fernando Bauluz para que culminaran la que quería que fuera su obra definitiva y su legado a la historia del cine. Y así fue.

Ricardo Franco, propietario de una filmografía funcional y nada brillante, legó a la historia del arte dos obras maestras insuperables postreras: “La buena estrella” y “Lágrimas negras”, con las que nos cambió la vida a muchos que éramos jóvenes cuando hicieron un acto de presencia definitivo en nuestras vidas.

Pero “Lágrimas negras” es también quizás la mejor interpretación en la carrera de una de nuestras más brillantes actrices, Ariadna Gil. Su interpretación de Ana/Isabel, una bellísima joven con un trastorno mental hereditario y degenerativo y cómo irrumpe en la vida de un pijo de rutina anodina (magistral como siempre Fele Martínez en el mejor momento de su carrera) poniéndola definitivamente patas arriba y arrastrándolo a un laberinto de pasiones que cambiará su vida para siempre, es de las que marcan época.

Tampoco pasa desapercibida la interpretación de una jovencísima entonces Elena Anaya como la novia opositora del protagonista, ajena a todo el huracán que se ha desencadenado a su alrededor. Así como la participación episódica pero definitiva para poner al menos una mínima dosis de cordura de Elvira Mínguez, y una secundaria con personalidad cuajada por Ana Risueño a pesar de tratarse de un personaje prescindible.

Pero queda por reseñar algo que no es menor, sino todo lo contrario: la música de Eva Gancedo, mágicamente melancólica, triste por definición y convicción, clásica en sus formas y precisa en alcanzar su objetivo, absolutamente inolvidable en suma para cerrar el círculo de esta portentosa obra maestra.
Sergio Berbel
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