No diré que mi amigo Cage se ha ganado mi respeto como actor, pero debo reconocer que, al menos, no resulta patético o insoportable, como en gran parte de su filmografía. Creo que su excesivo protagonismo juega en detrimento de la historia: apenas hay un puñado de planos en los que no sale en pantalla, y por si fuera poco, es el omnisciente y pelín cargante narrador en off. Como también pienso que su inexpresiva jeta no aporta intensidad dramática, precisamente, al personaje. Pero tal vez ese extraño distanciamiento es lo que hace más llevadero su rol. Sus comienzos en el mundo del tráfico de armas y su rápido encumbramiento como magnate del sector se me antojan un poco peliculeros, y me parece que sobra algún que otro golpe de efecto. Pero, en conjunto, la película es bastante entretenida, va dirigida a un público muy amplio, y se acerca a un tema tan controvertido como el tráfico de armas sin tomar a la concurrencia por una turba de oligofrénicos agudos. Por si fuera poco, reúne un puñado de muy buenas frases, algunas con bastante mala leche. Además, sale Bridget Moynahan; vale, no es la mejor actriz del mundo, pero a mí me alegra la vista.