Ha superado de largo mis expectativas que, debo admitirlo, eran mínimas. Braveaustralianheart no es santo de mi devoción, y la sinopsis argumental tampoco me infundía grandes esperanzas. Me recordaba a ‘Taken’ (Venganza). Me parto con las traducciones. En la de Neeson la cosa era mucho más ligera y entretenida. París tiene mucho más encanto que Boston, pero justo es reconocer que su argumento parecía escrito por un tarado con ínfulas fascistoides.

En ésta, Gibson parece seguir sin darse cuenta de que los años no pasan en balde, aunque ya ni enseña el culo ni nos regala audacias físicas de toda condición. No obstante, para lo que es él, está bastante comedido. Además, el guión, sin ser brillante, está construido con un mínimo de coherencia y por momentos resulta hasta interesante. Le sobran los fogonazos espirituales, pero cuenta con el aliciente de Winstone, con su eterna y angelical carita de sádico hijo de puta; lo borda sólo con alzar una ceja.

En definitiva, un thriller que se deja ver, tal vez un pelín largo, que puede gustar más o menos, pero que está hecho con oficio, que visita buena parte de las convenciones del género sin tomar al espectador por tonto del culo, como suele ser habitual.