Hay películas que es mejor afrontar sin el condicionante de críticas o reseñas y este es un ejemplo. “Impresionante”, “novedosa”, “inteligente”, “potente”, “valiosa”… toda una colección de adjetivos genéricos, los habituales cuando se habla sin haber visto o entendido algo, que generan toda una colección una expectativas que van decayendo poco a poco hasta el bajonazo final.

La película empieza bien. Estudiantes de ciencias, hackers, una señal misteriosa, un posible contacto extraterrestre y algo parecido a un confinamiento por el equivalente científico de los hombres de negro en lo que parece una trama interesante o que, por lo menos, capta la atención y despierta la curiosidad. Pero para mí, ahí termina la película o, por lo menos, abre un gigantesco paréntesis, en la que nada de lo que sucede tiene sentido más allá de rellenar minutos y más minutos hasta el último cuarto de hora, el del desenlace. Dentro de ese paréntesis, la mejor descripción de lo que ocurre es la de PAJA MENTAL. Director y guionistas juegan a tener al espectador despierto pero sin que se entere de nada para que, por contraste, la sorpresa final parezca más potente, más novedosa, más inteligente de lo que realmente es. Y es que el final, el tan cacareado final, esa referencia en el mundo de los finales, realmente, no es nada que no hayamos visto antes (en el spoiler menciono tres películas con un final similar), hasta cierto punto se venía haciendo previsible y, desde luego, no compensa la hora previa.

Habrá quien sí considere que el final cumple o rompe expectativas o que la hora anterior sí vale la pena. Puede ser, hay gustos para todo, pero yo creo que “La señal” es una película muy tramposa. Lo apuesta todo a un inicio que enganche y a un final llamativo y se olvida del resto, del nudo. El mérito de las buenas películas, incluso con peores planteamientos, es ir dejando pistas, piezas del puzzle, no necesariamente visibles en un primer visionado, que en el desenlace te hagan decir: «claro, ostras, cómo no me he dado cuenta antes». Pistas que justifiquen aguantar delante de la pantalla hasta ese final en el que están puestas las esperanzas. Vamos, lo que se dice, hacer una película. Pero no, “La señal” tiene una buena idea de comienzo y una buena idea de final que, juntas, dan para un interesante cortometraje y poco más. El esfuerzo para convertir eso en un largometraje ha sido muy torpe, por más que una casta de críticos profesionales se empeñen en camuflarlo con adjetivos que no comprometen a nada.

He leído luego reportajes y entrevistas buscando explicaciones a cabos sueltos… y todas hacen referencia a cosas que no suceden en la película, como si se quisiera dotar a posteriori a ciertas escenas de un significado que realmente no tienen, pero alguien se hubiese dado cuenta de que era necesario. En fin, decepcionante y muy, muy sobrevalorada.