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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
3
Romance. Comedia Beth Harper (Kristen Bell), una joven y exitosa agente de la propiedad inmobiliaria de Nueva York, es muy desafortunada en el amor. Pero, cuando viaja a Roma e impulsivamente roba unas monedas de una fuente en la que las personas la arrojan en busca del amor verdadero, Beth comienza a ser perseguida incansablemente por numerosos pretendientes. (FILMAFFINITY)
23 de octubre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tuviera ganas y “La boda de mi hermana” se lo mereciese, le haría un crítica profesional buscándole guiños, homenajes y reminiscencias con “Vacaciones en Roma”, “Pide un deseo”, “La dolce vita” o “El mago de Oz”… pero no es el caso, así que voy al grano: a lo que más se parece esta obra es a “Mujeres, Hombres y viceversa (MHyV)”, ese fascinante invento (algunos se atreven a llamarlo concurso) de Telecinco en el que un chico o una chica tiene que elegir a su pareja de entre un rebaño de especimenes de sexo opuesto.

La única diferencia entre este bodrio y el edificante concurso es que aquí se han gastado más dinero en localizaciones, en producción y distribución y en secundarios de moda y leyendas en horas bajas… porque en esencia son lo mismo. Veamos, la película consiste en un enredo amoroso de originalidad certo en el que una muchacha tiene que descartar a varios pretendientes varones que la acosan por un enrevesado motivo introducido con forceps en la trama. El 'pograma' de telecinco es exactamente lo mismo solo que el motivo no es tan rebuscado: se trata simple y llanamente de dinero, quince minutos de fama, una portada de interviú, algún careo trucado en “Enemigos íntimos” o, el sueño para muchos, ser colaborador a tiempo parcial en “Sálvame diario”.

En el mejor de los casos un aburrimiento.

Para ser sinceros, un truñete.

En el peor de los casos, la versión televisiva de MHyV

En el improbable caso de que alguien no sepa de qué hablo con MHyV, la mecánica es simple. Supongamos que el concursante es un chico. Su perfil suele ser siempre el mismo: asiduo al gimnasio, ropa entallada, look moderno, facilidad para conversar (aunque dificultades para hilvanar un discurso que inteligente), mucha caradura y escasa noción de la palabra ‘ridículo’. Pues bien, el chico se sienta en una silla en la parte alta del escenario a la que los agudos guionistas han dado en llamar “trono”, por lo que a dichos concursantes se les suele conocer como “tronistas” y enfrente de él la organización del programa sienta a entre seis y doce muchachas también con perfiles similares: lozanas, jóvenes, de buen ver, escasa y ajustada ropa, mucho maquillaje, peinados rebuscados y ganas locas de comerse el mundo, la fama, al concursante y lo que haga falta para triunfar (entendiendo la palabra ‘triunfo’ en sentido amplio: desde conseguir saludar en la tele a su amiga Yessi, hasta acabar de colaboradora en “Sálvame”, pasando por un enfrentamiento con algún famoso por decir que se ha follado al hijo de nosequién o el socorrido posado en bolas en “Interviú”).

Total, que el chico tiene derecho a quedar con quien quiera de las muchachas, hablar con ellas, cogerlas de la mano, ir al cine, besarlas o frotarse con ellas, todo pagado (habitación, cine, paseos en barca) por el programa con la única condición de que se graba y luego se emite delante de todo el mundo.

Sigo en el spoiler, que me quedo sin sitio...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
OsitoF
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