Uno de los argumentos más socorridos en el género cómico (que puede que tal vez hasta constituya un subgénero en sí mismo) es el de personas normales a las que una serie de coincidencias y malas decisiones terminan haciendo vivir alocadas aventuras, totalmente ajenas a lo que es su día a día, en un corto periodo de tiempo: una noche, una jornada o, como mucho, una semana. Por lo general, buena gente que cuanto más quiere arreglar las cosas más se mete en la mierda. Son películas del corte de “Risky bussiness”, “Jo que noche” o “Todo en un día” que en su día lo petaron merecidamente y, desde entonces, cada dos o tres años, tienen su inevitable revisión y adaptación a los tiempos en curso..

No es un modelo que me llame particularmente la atención. Se presta a vivir en la frontera entre la comedia y la acción light y ya he dicho más de una vez que no suele salir nada bueno de esa mezcla. Pero, sobre todo, es que se basa en un humor situacional con la premisa de que ver a alguien pasando un mal rato y buscando mil excusas para salir de un atolladero es divertido si previamente se ha sembrado la idea de que todo va a acabar bien, por lo que basta simplemente con esperar a que el protagonista haga una pillería para escapar del pollo y sonreir por el buen rollo que eso genera y lo mucho que nos identificamos con el listo de turno.

No son frecuentes los gags trabajados o los sketches memorables en estas películas y “Giro inesperado”, la representante de la famila en 2014, no es una excepción. La película tiene un pase gracias a dos protagonistas carismáticos, a algunos secundarios igual de carismáticos (o más) y a sus brillantes cameos. Entre todos generan buen ambiente, despiertan la curiosidad del espectador por sus descabelladas andanzas y, una vez captada su atención, la conserva con su ritmo desbocado a pesar de que este es consciente de que todo es una gigantesca tontería a la que no se le puede buscar sentido. Insisto: no es el buen hacer técnico ni un guion brillante, sino la concurrencia de una serie de factores externos e inexplicables que hacen que la moneda caiga de cara y la producción merezca una oportunidad.