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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
3
Acción Mikel está a punto de casarse con Julia, la dueña de una importante joyería. Durante la fiesta en la que anuncian su compromiso, conoce a Ari, una de las camareras del catering. La atracción que surge entre ambos llevará a Mikel a interesarse por las carreras ilegales de coches, que es el mundo en el que se mueve Ari. Su amor por la chica es tal que abandona a Julia, sin saber siquiera cuáles son los planes de Ari y su novio. (FILMAFFINITY) [+]
5 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie ha dicho que escribir guiones sea fácil. Y si alguien lo dice, debería demostrarlo o ponerse a ello y comprobar en primera persona lo fácil que es tener una idea y lo complicado que es redactarla de una manera comprensible y que mantenga la gracia o el interés. Y aún más si se trata de algo que luego tienes que leer o interpretar en voz alta. Yo lo descubrí en EGB. En mi casa se leía bastante, así que no tenía problemas para escribir redacciones que agradaran al profesor de turno (porque no tenían faltas de ortografía, usaba estructuras que había leído en otras partes y, más o menos, expresaba ideas)... pero ya me daba cuenta de que cuando me tocaba leerlas, pocas veces percibía la atención de mis compañeros. Un par de veces, sin embargo, se presentó la oportunidad de escribir algo gracioso, en forma de diálogo y eso sí que atrajo el interés de la gente. Desgraciadamente, de alguna manera, acabó constituyendo el guion de una obra de teatro infantil y aprendí, en mis propias carnes, que no basta con un par de situaciones divertidas o frases afortunadas. Por un lado, la obra va más allá de los dos sketches resultones y hay que generar material como para rellenar todo lo que dure. Por otro lado, los actores no sólo necesitan las frases sino un contexto e indicaciones sobre qué hacer mientras están en silencio.

Obviamente, salvo las risas de los dos momentos esperados, el resto fue un truño incómodo del que me costó pasar página… pero volví a pensar en ello al ver episodios de ciertas series en las que se mezclan varias producciones, por ejemplo entre los diferentes CSI, los spin-off de Anatomía de Grey o las diferentes series del Universo Chicago (Chicago Fire, PD, Med, Justice…). Me di cuenta de que los personajes que hacían el cameo, de alguna manera, no estaban a la altura que venían demostrado en “su” serie. Por ejemplo, la Doctora Pepita es la estrella en su serie y cada vez que abre la boca nos descojonamos con su ironía, nos deslumbra su competencia o nos emocionamos con su humanidad. Un día sale de invitada en una serie policíaca para colaborar en la investigación… y, joder, ¿qué ha sido de la brillante Doctora? Probablemente entre tímidamente por la puerta, vaya a su marca, suelte una frase genérica y se quede en plano sin saber qué hacer. Al principio me descolocó lo mucho que perdían los actores en esos cameos, hasta que me di cuenta de que el problema no es del actor ni del personaje, sino de los guionistas que no le han dado contenido. En su ambiente, la Doctora Pepita es la jefa porque toda la producción gira a su alrededor, le han escrito las mejores frases y le han adoctrinado sobre como hablar y gesticular. Pero fuera de su serie, las frases míticas se escriben para otros y nadie se preocupa de entrenarla.

Suelto todo este rollo para hacer entender por qué “Combustión” es un pufo a pesar de todas sus buenas intenciones. En su defensa, es uno de los primeros intentos del cine español por hacer películas fuera del género de la comedia, la Guerra Civil o los psicodramas failiares que resulten interesantes al público generalista. Incluso se puede ver el germen de ese cine español que no quería parecerse al ‘cine español’, ni siquiera al ‘cine europeo’ que quería tomar tramas y escenografías más propias del otro lado del charco. Su problema es que aún no sabe desenvolverse en esa clase de ambiente y se deja mucha de su personalidad. “Combustion” transmite una visión de la juventud propia de alguien que ha visto muchas películas americanas y que cree que sabe lo que el público demanda: un mundo de la noche plagado de pijos, macarras, apuestas, tuning, chicas guapas y carreras ilegales.

El conjunto recuerda a un videoclip de Rosalía, aunque con algo más clase. Un "Fast and Furious" cutre. Y como el director parece estar tratando de llevar a la pantalla lo que le dice un guion que habla de oidas, hay durante todo el metraje una sensación de ficción y de irrealidad que se hace difícil de llevar. Pero lo grave, la puñalada final, es que a ese guion le pasa lo que a mi obra de EGB: no dota de contenido a unos personajes que caen en continuos silencios y deambulan por el plano buscando réplicas que tardan en llegar. Cuando llegan. Calparsoro podia ser novato por entonces, pero no era tonto y trataba de subsanarlo no dejando que la acción se pause, saltando de una escena a otra casi de manera compulsiva, intentando sacar el máximo partido a cada frase. El resultado es una mezcla de frenetismo hasta el mareo y de arritmia asistólica cuando las escenas necesitan más de tres eternas frases para desarrollarse y Álex González y Adriana Ugarte ponen miradas y poses raras para mitigar los silencios incómodos.

El resultado global es de una película hueca que gira y gira continuamente sobre sí misma, buscando desesperadamente no parar y tener que proponer algo. Tiene un punto de experimento y de primeros pasos en un nuevo marco cinematográfico, pero poco más. Muy dura de ver.
OsitoF
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