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Voto de OsitoF:
3
1 de mayo de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo y mis prejuicios esperábamos que “Pagafantas” fuese una gamberrada tipo “Fuga de cerebros”, grosera y descerebrada, de esas de las que no esperas más que cuatro chistes zafios, dos pares de tetas, plantarle un 2, reciclar una crítica antigua y a otra cosa... pero me equivoqué. Bueno, descerebrada sí es, pero no en el sentido de “American Pie”, “Supersalidos” o la ya mencionada “Fuga de Cerebros” (nuevo referente de la comedia juvenil nacional), sino en el sentido de que su encefalograma es completamente plano.
“Pagafantas” es una vuelta a aquellas inofensivas comedias españolas de los noventa en las que siempre salían diferentes combinaciones de Carmen Maura, Antonio Resines, Jorge Sanz, Gabino Diego y Verónica Forqué, una vuelta a los tiempos de “Sé infiel y no mires con quien”, “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?” o “La vida alegre”, un melancólico regreso veinte años después a películas cotidianas, que abordan los problemas de pareja con subterfugios, eufemismos y sin palabras soeces.
Pero los tiempos cambian, ya lo dijo Bob Dylan, y además una barbaridad. Tanto como para que esta película que habría destacado como notablemente innovadora en los noventa sea percibida ahora como insulsa y trasnochada. Una cosa son los sketeches semanales de “Vaya semanita” y otra que Gorka Otxoa pueda sostener 90 minutos de humor basado en desgracias y humillaciones al protagonista. La peculiar sosez seria de Otxoa puede funcionar en pequeños gags o en monólogos, pero el formato cine exige más dinamismo, dinamismo que no se debe confundir con la permanente estridencia de Sabrina Garciarena y su chirriante novio argentino, siempre dispuestos al caos con sus chillidos, miraditas lánguidas, lucimiento de palmito y voseos. En medio de esa ecléctica vorágine los únicos que da un poco de cohesión y nivel son los veteranos Ladoire y Mánver (mira tú, que casualidad, genuinos exponentes del cine de los noventa) y algún miembro de “La hora chanante” que escenifican lo que se les pide con una comodidad sorprendente.
Decente, pero muy floja. Se supone que es una comedia y apenas hay material para una sonrisa... paradójicamente consigue mejores resultados (puede que involuntariamente) cuando aborda el plano sentimental en tramas tangenciales.
“Pagafantas” es una vuelta a aquellas inofensivas comedias españolas de los noventa en las que siempre salían diferentes combinaciones de Carmen Maura, Antonio Resines, Jorge Sanz, Gabino Diego y Verónica Forqué, una vuelta a los tiempos de “Sé infiel y no mires con quien”, “¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?” o “La vida alegre”, un melancólico regreso veinte años después a películas cotidianas, que abordan los problemas de pareja con subterfugios, eufemismos y sin palabras soeces.
Pero los tiempos cambian, ya lo dijo Bob Dylan, y además una barbaridad. Tanto como para que esta película que habría destacado como notablemente innovadora en los noventa sea percibida ahora como insulsa y trasnochada. Una cosa son los sketeches semanales de “Vaya semanita” y otra que Gorka Otxoa pueda sostener 90 minutos de humor basado en desgracias y humillaciones al protagonista. La peculiar sosez seria de Otxoa puede funcionar en pequeños gags o en monólogos, pero el formato cine exige más dinamismo, dinamismo que no se debe confundir con la permanente estridencia de Sabrina Garciarena y su chirriante novio argentino, siempre dispuestos al caos con sus chillidos, miraditas lánguidas, lucimiento de palmito y voseos. En medio de esa ecléctica vorágine los únicos que da un poco de cohesión y nivel son los veteranos Ladoire y Mánver (mira tú, que casualidad, genuinos exponentes del cine de los noventa) y algún miembro de “La hora chanante” que escenifican lo que se les pide con una comodidad sorprendente.
Decente, pero muy floja. Se supone que es una comedia y apenas hay material para una sonrisa... paradójicamente consigue mejores resultados (puede que involuntariamente) cuando aborda el plano sentimental en tramas tangenciales.