A mi modo de ver, “Caminando entre las tumbas” es la película con la que ese cliché, que tan bien le sienta a Liam Neeson, haciendo de ex-policía/ex-marine/ex-asesino profesional atormentado por su pasado, sin motivos para vivir y en búsqueda de una oportunidad de redención alcanza su máximo esplendor. Y lo hace en una producción en cierto modo extraña, atípica, que ejerce una especie de poder hipnótico sobre el espectador para retenerle ante la pantalla por muy evidente que sea que es una película en la que no sobran los recursos (ni se molesta en intentar esconderlo) o por manifiesto que resulte que hay parecidos razonables con otras historias de su protagonista (hasta se percibe cierto orgullo en exhibir a Liam Neeson haciendo lo que mejor sabe).

“Caminando entre las tumbas” destaca por la profesionalidad, por la competencia en su ejecución, creando una historia que evoluciona simple pero sólida, sin fisuras, presentando un retrato completo de sus personajes que permite conocer sus roles y entender sus comportamientos a lo largo del film, pero de una manera natural y sin aburrir con datos inútiles. Y no solo del personaje principal sino de todo el reparto, que no es pequeño. También saca partido de una fotografía y una escenificación propias de la época dorada del del cine negro que proporcionan un marco de clase y elegancia a una trama central de secuestros bastante cuidada. Aunque faltan recursos de toda clase (presumiblemente económicos) para sostener ese nivel toda la película, “Caminando entre las tumbas” deja un poso de telefilm premium, de una producción para TV superior a lo que se ve habitualmente un fin de semana en prime time.

Y es que también destaca por una gran inteligencia en cuanto a la organización narrativa y a estructura de su ritmo, sabiendo jugar sus cartas para quitarse de en medio las presentaciones, la introducción y la parte genérica del desarrollo con escenas de bajo coste pero suficientemente equilibradas como para retener al espectador, dejando suficientes recursos para un desenlace de mucha, mucha acción rodada con buena mano que logra encadenar varios momentos climáticos sin resultar artificiosa. Y con un Neesom en plena forma, totalmente comprometido con su personaje. “Caminando entre las tumbas” termina siendo una película muy seria y formal, de esas en las que la confianza en sí misma compensa sobradamente carencias de otra naturaleza y lleva la película a un nivel superior al que le correspondería por su ficha técnica.