La peli no empieza bien: dedica 3 minutos de agradecimientos al Ministerio de Cultura, a la Televisión de Galicia, a las Juntas de Asturias y Castilla León, a... Uy, uy, uy... demasiada subvención y, encima, coproducida. Mal asunto. El asunto no mejora cuando descubro que el protagonista absoluto es Leonardo Sbaraglia (empalagoso para algunos, anodino para otros, sobrevalorado para mí). Y la cosa termina de aclararse cuando resulta que los comparsas que hacen de secundarios están sacados de diferentes series de la TVG (lo cual, y lo digo por experiencia, no es sinónimo de calidad sino más bien todo lo contrario). En este punto, la cosa ya parece oscilar entre la peli mala a secas y el truño, pero en fin, sigamos...

Hay dos cosas positivas en la película: su idea central (lo cabrona que puede ser Hacienda si no te andas con cuidado) y que en esta ocasión tenemos la versión argentina de Sbaraglia, con la que no tiene que disimular su acento y nos evita la vergüenza ajena que se pasa viéndole en "Carmen" haciendo de soldado navarro. Lo malo es que sólo tiene esas dos cosas positivas (y la segunda no justifica pagar una entrada, la verdad) y con el argumento central se podría haber hecho un corto de 20 minutos como mucho. Los otros 70 minutos que dura la película no son más que el resultado de estirar y estirar algo que no da más de sí. Para disimular esa circunstancia, el director intenta desviar la atención con "corta y pega" de escenas a todo trapo y vertiginosos recontragiros de cámara (como suelen hacer directores bluff como Tony Scott).

En fin... nada del otro mundo, pero por lo menos luego no lamentas el tiempo empleado en verla.