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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
5
Comedia. Drama. Ciencia ficción Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), estudiante de posgrado de Astronomía, y su profesor, el doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) hacen un descubrimiento tan asombros como terrorífico: un enorme cometa lleva un rumbo de colisión directa con la Tierra. El otro problema es... que a nadie le importa. Kate y Randall emprenden una gira mediática advertir a la humanidad que los lleva desde la indiferente presidenta Orlean (Meryl Streep) y ... [+]
19 de enero de 2022
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que no sea discutible que “No mires arriba” haya sido el gran fenómeno artístico de las Navidades de 2021, pero me parece igualmente indiscutible que lo ha sido por razones extracinematográficas. Plantea una gran farsa política, terrenos (farsa y política) en los que su director y guionista Adam McKay ha demostrado cierta competencia. Notable, en ocasiones. Y su gran acierto reside en que, involuntariamente, el objeto que se parodia admite tantas interpretaciones como perfiles ideológicos de sus espectadores lo que hace que la película sea admisible por gente de todo el espectro político. No nos engañemos, “No mires arriba” tiene una clara intencionalidad y un sesgo anti-Trump difícil de esconder, con unos personajes supuestamente ficticios a los que no resulta complicado mapear con el expresidente, su familia y sus seguidores. Sin embargo, a su pesar, en la complicada y cambiante coyuntura pandémica, no puedes tirar al cielo la piedra del negacionismo y esperar que golpee exclusivamente a los de tu cuerda. Si vamos a comparar a los que no quieren ver el asteroide con los que no quieren ver el COVID, la cosa salpica a los que no tomaron una puñetera medida mientras morían chinos a cientos, a los que no vieron riesgo alguno en algo que no iba a pasar de resfriado, a los que desaconsejaron las mascarillas porque no había para todos, a los que esperaron que pasaran los actos del Día de la Mujer para no desaprovechar oportunidad propagandística o a los que no se pronuncian sobre la vacunación para no perder votos de nadie.

Así que, desde ese punto de vista, lo normal es que “No mires arriba” deje contento a todo el mundo. Sobre todo porque no tiene sólo para los políticos sino que reparte hacia todas partes. El periodismo también sale malparado: lo que en su día era una profesión de prestigio y de labor social, ahora vive casi para el entretenimiento. Para dar al público lo que espera oir y ser feliz en su ignorancia. Cada vez es menos crítico y se limita a reproducir notas de prensa. Ya no se investiga. Ya no se constituye como un altavoz hacia los elementos públicos (Gobierno y Oposición) de lo que el pueblo espera de ellos, sino un altavoz hacia el pueblo de lo que Gobierno y Oposición piensan o les quieren transmitir. El mundo académico tampoco se salva, nadie va a jugarse su trabajo por desairar a los que ponen el dinero. O el mundo del famoseo o del arte, cuya forma de compromiso social es poner un tuit de apoyo a tal o cual causa. O de unas empresas tecnológicas aparentemente omniscientes y omnipotentes en las que estamos delegando gran parte de nuestro conocimiento y responsabilidades sociales. También hay una visión pesimista de la sociedad en general, aborregada y crédula con lo que le digan desde arriba siempre que no les suponga cambiar sus costumbres.

A nivel de película, “No mires arriba” resulta algo tosca. Cuenta con un reparto impresionante, pero sin relevancia alguna en la trama porque no hay elementos dramáticos que llevar a la pantalla. Y en la parte cómica, el noventa y mucho por ciento de cada gag consiste en una ironía o una crítica inteligente, agnósticas de gestos o de interpretación. De hecho, los papeles de Di Caprio, Streep o Lawrence son puramente instrumentales, para presentar el contexto e hilvanar unos sketches con otros. Aparecen y desaparecen de la acción de una manera absolutamente random y, amortizados a mitad de película, deambulan ocasionalmente por el plano hasta que el guion, al final, con desgana y de manera anticlimática, se acuerda de ellos para darles un final.

En cuanto a ese esquema de hacer pasar la realidad a través de un prisma de ofuscación en el que el espectador tiene que tratar de identificar con qué se corresponde tal metáfora («ah, mira, eso va por los antivacunas») o quién es tal o cual personaje («ah, mira, ese es Steve Jobs»). A veces es divertido, pero suele terminar haciendo sentir al espectador parte de un proceso de selección, de un experimento para medir su cociente intelectual a ver si es digno o no de tal gag. Hablando de diversión, “No mires arriba” tampoco es la alegría de la huerta. En general resulta simpática, pero con un humor cínico y acusador que parece señalarte diciendo «reirte de esto es reirte de tí mismo como sociedad». Como si reirse debiese ser motivo de vergüenza. Y, la verdad, tampoco es tronchante. La gracia no parece ir más allá de la satisfacción por haber entendido el chiste.

No sé. La ví antes de que se viralizase y se armase todo el revuelo, con todo un exvicepresidente español (a lo que hemos llegado) usándola para ilustrar un artículo, y me dejó algo indiferente porque muchas de las situaciones que denuncia o satiriza ya las tenía identificadas (en el marco de mis propias coordenadas ideológicas). No me causó esa sensación que dicen que ha impactado a muchos. Así que como película normalita y como fenómeno social, igual de normalita.
OsitoF
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