Desde una perspectiva vanguardista, “Cinturón rojo” es una evolución del cine de kungfu y peleas de Van Damme hacia un nuevo canon minimalista en el que las patadas explícitas dejan lugar a los golpes dialécticos, las peleas sólo tienen lugar como último recurso cuando el diálogo falla y la típica trama de un concurso de artes marciales con una recompensa final (una chica, reconocimiento mundial o dinero) se envuelve con miles de historias secundarias.

Aparentemente, como digo, “Cinturón rojo” podría catalogarse como “cine de patadas con argumento”… que me parece igual de anodino que el otro tipo de cine que ha seguido últimamente la tendencia de ponerle innecesarios argumentos (sí, efectivamente, estoy hablando del “cine porno con argumento”, que parece que tengo que decirlo todo). Vamos, ni chicha ni limoná, una película ubicada en la tierra de nadie: Ni es de peleas ni es lírica. No hay un protagonista de carisma, no aporta una historia central novedosa (el tío no quiere pelear, pero necesita el dinero para salvar su academia) y las subtramas (siento decirlo por los secundarios de postín) son cutres y no aportan otra cosa que rellenar el metraje que queda hueco tras quitar el 95% de las escenas de pelea que habría en una peli de Steven Segal o Van Damme.

Pero para mí hay dos problemas que hacen que me quede con los clásicos ("Contacto sangriento", por ejemplo). El primero, que la película es un coñazo, el guión es enrevesado, no hay banda sonora ni protagonistas atractivos y los diálogos son muchas veces sintácticamente incoherentes (no es que no tengan interés ni aporten otra cosa que rellenar, es que no hay sincronismo entre las preguntas y las respuestas). El segundo, que aunque los actores se lo tomasen con ganas, las tramas hubiesen sido enlazadas por el guionista de “Seven” y se utilizase el tiempo-bala de “Matrix” la película en particular y este cine en general seguirían siendo una prostitución del cine de patadas. Cuando veo una peli de artes marciales quiero ver hostias por doquier, ancianos maestros que lo mismo sacuden que te recitan enseñanzas ancestrales y al prota contra las cuerdas dando un golpe demoledor imposible en el último momento. Lo siento, pero no quiero una película de Educación para la Ciudadanía que fomente el arreglar las cosas hablando.

Puede tener buenas intenciones ni pero está bien hecha ni me interesa. Bonito mensaje de que todavía puede haber gente que crea en el honor... pero no hay más.