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Voto de Felipe Larrea:
8
Drama. Musical Selma, inmigrante checa y madre soltera, trabaja en la fábrica de un pueblo de los Estados Unidos. La única vía de escape a tan rutinaria vida es su pasión por la música, especialmente por las canciones y los números de baile de los musicales clásicos de Hollywood. Selma esconde un triste secreto: está perdiendo la vista, pero lo peor es que su hijo también se quedará ciego, si ella no consigue, a tiempo, el dinero suficiente para que ... [+]
8 de enero de 2009
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lars Von Trier pasará a la historia del cine como un revolucionario, un renovador, un talento en estado puro capaz de lo mejor y de lo peor. Con "Bailar en la Oscuridad" reinventó el melodrama, el cine social y el musical de un plumazo. Abandonó de paso las normas más absurdas del Dogma, y se quedó con sus principales logros estéticos, aquellos que realzan el realismo de la narración.

Presionó al límite a Björk -se nota en cada plano- para extraer de ella una interpretación y unos números musicales sensacionales, que comienzan sutilmente por ritmos cotidianos casi imperceptibles. Y el homenaje a la música como refugio del alma es algo que sencillamente me llega al corazón.

Dio rienda suelta a dos de sus temas preferidos:
-La virtud de los inocentes, de esa inmigrante un poco lerda que lucha con trabajo duro y espíritu espartano contra la adversidad, con el único objetivo de salvar a su hijo.
-Un furioso antiamericanismo, que yo no comparto del todo, pero que resulta muy interesante por su planteamiento. No deja títere con cabeza. Se mete con la felicidad a través del consumo, con la doble moral de la familia media americana, la deshumanización empresarial, el desamparo de los pobres cuando no hay Estado del Bienestar, el sistema judicial que sólo permite la defensa justa del rico, y la pena de muerte, que pone al mismo nivel a asesinos y Estado, y que niega de raíz el principio de reinserción.

¿Algo en contra? La última media hora busca sin disimulo las lágrimas del espectador, pero el caso es que lo consigue. Y llorar un poquito de vez en cuando tampoco es malo, ¿no?
Felipe Larrea
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