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Voto de Felipe Larrea:
5
Drama. Romance Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
8 de abril de 2009
25 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cosecha cinematográfica nacional del año pasado fue deplorable y este año esperábamos levantar un poco el vuelo con lo nuevo de Amenábar y Almodóvar. Al primero le sigo dando un voto de confianza porque me parece el mejor director que tenemos y nunca ha decepcionado. El segundo ha patinado con una de las mayores mediocridades de su carrera, algo triste tratándose de uno de los pocos que sabe promocionar el producto.

La situación va a seguir igual de mal porque nuestra flamante nueva ministra de cultura y anterior presidenta de la Academia del Cine, Ángeles González Sinde, es el prototipo de profesional del cine español: Una guionista y directora del montón que cree que el gremio va sobrado de talento y que nuestros únicos problemas son la piratería y el abuso de mercado del oligopolio hollywoodiense. Como si el hecho de que no seamos capaces de producir dos películas decentes al año no tuviera nada que ver con nuestra eterna crisis.

En lo que respecta a "Los abrazos rotos" alberga explosiones de cine de cinco estrellas junto a un tono general que nunca consigue captar la atención y mucho menos emocionar. Penélope Cruz lo borda y las gotas de comedia y cine negro son capaces de poner la piel de gallina de puro deleite cinéfilo, como en la lectura de labios de Lola Dueñas, la caída por las escaleras o el autohomenaje a "Mujeres al borde...", que casi justifican por sí solas el visionado.

Sin embargo, ni los más Pedrófilos podrán justificar estupideces mayúsculas como el numerito de Kira Miró o la inexplicable reacción de Tamar Novas cuando descubre quién es su padre. Para mí la escena que mejor define la función es aquella del final en la que los protagonistas se confiesan en una cafetería: Una fotografía y una planificación magistrales al lado de una interpretación afectadísima de Blanca Portillo que pretende desgarro y se queda en una sucesión de tics teatrales.
Felipe Larrea
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