Gena Rowlands interpreta a una actriz atormentada que trata de ahogar sus fantasmas en alcohol, al tiempo que debe cumplir sus compromisos profesionales. El conflicto que se plantea es saber hasta que punto las circunstancias personales de esta mujer van a afectar su trabajo. El contexto es el teatro norteamericano de los 60, medio del que surgió su director, pero al centrar la historia en el personaje de una alcohólica, el tema es la autodestrucción.

"Opening night" carece de ritmo narrativo, pues la progresión de los hechos no sucede de manera fluida. Esta impericia en el manejo de la tensión dramática evidencia el absoluto desprecio que se le ha prestado a la construcción del guión. Lo mismo sucede con el lenguaje visual, deslucido y torpe. Se pretende hacer pasar estas carencias por virtudes en aras de la espontaneidad, ese valor posmoderno que justifica la dejadez y la vagancia intelectual.

El tedio que produce asistir a la proyección de este soporífero melodrama confirma que es necesario efectuar una revisión de los nombres que se han consolidado como estandartes del cien independiente y experimental, pues es preciso desenmascarar a aquellas figuras que en otro tiempo fueron encumbradas como autores imprescindibles.

Hoy todavía son muchos los que aplauden y sobrevaloran la ineptitud de Cassavetes y su desprecio por la técnica fílmica. Así se creen militantes de la contracultura, pero éste no ignora los principios básicos, sólo los articula mal. Por tanto no hay ruptura, ni innovación ni originalidad.