Hay ocasiones en las que, a pesar del tremendo éxito taquillero de la primera parte, visto el resultado no era necesario rodar una secuela. ¡Maldita falta hacía!. "Ocho apellidos catalanes" es un buen ejemplo de ello.
Se sabía eso de que "segundas partes...". ¿Por qué los productores y el director tuvieron la "genial" idea de parir este egendro?. Sencillamente por su ávaro interés por "matar la gallina de los huevos de oro". El público, afortunadamente, no es tonto y la cinta ha terminado por estrellarse tanto artistica como comercialmente.
Que la cinta es un auténtico asco no lo duda nadie. Es una absurda y tediosa recoplación de chistes catalanes sin gracia. Comete además el pecado mortal de fribolizar sobre el tema catalán; asunto que, tal como están actualmente las cosas, no conviene hacer bromas.
Si yo fuese agente de la Benemérita, tendría fundados motivos para indignarme. Al mencionado Cuerpo se le pone a la altura del betún. Más aún teniendo en cuenta la pésima actuación de un irreconocible Agustín Jiménez. Un Cuerpo, como el de la Guardia Civil, que bastante hace con jugarse el tipo sólo por estar defendiendo la unidad de ES-PA-ÑA (¡Óyerlo CUP!) en Cataluña.
No todo es malo, empero, en la cinta. La salva del cero, una vez más, la sublime actuación de Rosa María Sardá como futura suegra del personaje encarnado por Clara Lago. Una Clara Lago que junto a Dani Rovira, Karra Elejalde, Carmen Machi y Berto Romero logran algo que para su categoría parecía imposible: el pasar desapercibidos.
Lo dicho, el resto (el guión, la trama, etc.) es pura bazofia. ¡¡¡Por favor, NO VAYAN A VERLA!!!.