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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
4
Aventuras. Acción Tarzán debe luchar contra un grupo de despiadados aventureros ingleses dispuestos a todo para hallar una mina de diamantes en la selva. Tras descubrir que esos hombres han matado a unos nativos, está dispuesto a acabar con ellos. Penúltima película de Gordon Scott en el papel de Tarzán. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por motivos ignotos, Tarzán nunca ha sido uno de mis personajes de ficción favoritos. Mi podio se configura con El Hombre Enmascarado, El Príncipe Valiente y Batman (sí, ya lo sé, hay dos enmascarados y un tipo con pinta de travestí, que los psicoanalistas extraigan sus conclusiones). Entonces, alguien se preguntará, ¿y por qué la viste, merluzo? Pues porque sale Sean Connery pre Bond, sólo por eso. El argumento es lo de menos. Gordon Scott, un tipazo de cuerpo 10 y expresividad 0, se despierta de dormir con Chita (yo no insinúo nada), y se entera de que unos malvados ladrones de diamantes andan por el río con aviesas intenciones, o sea, huir y vender la mercancía. En su persecución, se topa con una preciosa muñeca llamada Angie, un pibón de nombre verdadero Sara Shane, cuya carrera finalizó casi de inmediato. Escribió un libro de ficción y otro de autoayuda, por llamarlo de alguna manera, y hoy vive feliz y sanamente en Australia, a menos que los incendios le hayan pasado factura. Los villanos obedecen las órdenes del malvado psicótico Slade (Anthony Quayle, siempre una garantía de entrega a la causa), que cuenta con el tontaina de O'Bannion, un Sean Connery ya con peluco, pero de irresistible atractivo, dos majaretas más, y su amante, Toni, una Scilla Gabel que se pasa la película tomando el sol con poca ropa, un alivio para el espectador, otro pibón con cara de tragasables y suculentas curvas que participó en un puñado de películas infames y acabó de ama de casa como esposa de un tal Piero Schivazappa, tal cual, realizador y guionista de escasa fortuna. Hay stockshots por un tubo, mal integrados en la película real, y la sosería de Gordon Scott acaba por estomagar. John Guillermin era un director correcto en películas de bajo presupuesto y ambiciones limitadas (Yo fui el doble de Montgomery, El robo al banco de Inglaterra), pero nefasto cuando tomaba las riendas de blockbusters como El coloso en llamas o el inenarrable remake de King Kong, por no hablar de King Kong 2, algo para lo cual no existe medicamento. La gran aventura de Tarzán aburre serenamente, y sólo te despiertas cuando la Gabel sube a cubierta y se baja el vestido. Por tanto, escaso bagaje para tanta travesía.
Eduardo
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