Recapitulemos: el uso y abuso de sustancias tóxicas a lo largo de la vida te pasa factura, porque "se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio". Tal ha sido el triste sino de Terry Gilliam, un hombre que iba para genio y se quedó en bufón. Terry Gilliam fue un Monty Python, y eso se nota. Codirigió Los caballeros de la tabla cuadrada (cuyos chistes han envejecido de una forma lamentable), siguió con La bestia del reino y Los héroes del tiempo (irregulares), la secuencia inicial de El sentido de la vida, y de repente Brazil, que despertó en nuestros corazones grandes esperanzas, ferozmente aplastadas por Las aventuras del barón Munchausen. Desde entonces, este hombre ha seguido un curso errático, por decirlo de una manera suave, hasta darse la gran hostia contra los molinos de la Mancha, tal como explica el documental Lost in La Mancha. Pero se conoce que es un hombre tozudo, y la obsesión con Don Quijote le ha impedido a rodar este horror mal escrito, deslavazado, ridículo hasta lo grotesco, más que montado desmontado, peor interpretado, irritante, senil... No tengo palabras. lo pasé fatal. Sólo incesantes ingestas de Rioja o Ribera pueden dar cuenta de este disparate, este dislate, este esperpento, esta pérdida de papeles y desperdicio de talentos.
Lamentable embolado, indigno de aquel lejano autor de Brazil y El rey pescador.