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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
7
Drama Coronada en 1633, a los seis años, y educada como si fuera un príncipe, la Reina Cristina de Suecia fue una joven dirigente, enigmática y brillante, que combatió a las fuerzas conservadoras para revolucionar Suecia al tiempo que experimentaba el amor y exploraba su incipiente sexualidad. Huérfana de padre, que murió en la guerra, rechazada por su madre y criada en una corte luterana dominada por hombres que pensaban que no tenía otra ... [+]
26 de mayo de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ausente de nuestras pantallas durante años, Mika Kaurismäki vuelve con este presunto biopic de la reina Cristina de Suecia (llevo temporada de biopics). Alejad de vuestras mentes la obra maestra de Rouben Mamoulian y Greta Garbo. Nada que ver. Y aunque la trama, como es lógico, transcurre durante el siglo XVII, el director finlandés nos está hablando del mundo de hoy.
Nos habla, sobre todo, de la lucha de la mujer contra el machismo y el patriarcado imperantes en la sociedad occidental, no digamos ya en otras (in)culturas. Según nos cuenta la Historia, Cristina accedió al trono al cumplir los 18 años. Era inquieta, curiosa, leída, diferente, en suma, de la gente que la rodeaba. Ah, y por lo visto prefería las ostras a los caracoles, lo cual ponía de los nervios a los machitos de la corte, que no veían el momento de poseer aquel culo. Pero ella abdicó en favor de su primo, abandonó la corte y se trasladó a Rima, no antes de convertirse al catolicismo.
Kaurismäki se centra en esa primera etapa de Cristina, su rebeldía, el enfrentamiento a sus cortesanos, y su relación amorosa con la condesa Ebba, su prima, algo intolerable en un mundo de hombres. Gracias a la singular interpretación de Malin Buska, que hace creíbles los episodios sucesivos que conforman la vida de Cristina, y la delicadeza de Sarah Gaddon, el realizador finlandés consigue transmitirnos la emoción de esa relación clandestina (o no tanto), la lucha de una mujer por resistir la presión del clero, de la corte, de la opresiva sociedad protestante de la época. La película está organizada en sucesivos retablos que recrean la pintura de la época, siguiendo la peripecia vital de la soberana. Es una pequeña obra sin estridencias, que poco a poco va desvelando sus intenciones, al tiempo que traza una panorámica de un país en que la influencia francesa contrarresta de alguna manera los rígidos corses impuestos por Lutero (véase la interacción entre Cristina y Descartes).
En suma, una película que ha pasado bastante desapercibida y por la cual rompo una lanza. Un oasis en el árido panorama actual.
Eduardo
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