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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Drama Cleo (Yalitza Aparicio) es la joven sirvienta de una familia que vive en la Colonia Roma, barrio de clase media-alta de Ciudad de México. En esta carta de amor a las mujeres que lo criaron, Cuarón se inspira en su propia infancia para pintar un retrato realista y emotivo de los conflictos domésticos y las jerarquías sociales durante la agitación política de la década de los 70. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2018
111 de 158 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un suave plano ininterrumpido, de izquierda a derecha o viceversa, le sirve a Alfonso Cuarón para macerar un relato sobre esas horas del día en las que nadie piensa que pasa algo.
Gran parte del público ya habrá vivido en ese espacio de casa familiar, habrá llevado a cabo los mismos actos cotidianos y no creerá que encierran nada especial.
Sin embargo, la metáfora durante los créditos iniciales se hace sencilla de entender, con varias aguas de fregada haciendo que el simple suelo de un patio refleje el inmenso cielo: pasando una y otra vez sobre la superficie, te asomas a vistas insospechadas en lo de siempre.

'Roma' es la historia de Cleodalgia Gutiérrez, Cleo, sirviendo la familia que la emplea y cuidando cariñosamente a sus niños, de manera incondicional.
Las imágenes desnudan su rutina de artificios, nos permiten notar su presencia cuando para los demás se hace invisible, y evidencian que sus tareas pasan impregnadas de puro cariño, aunque desde fuera se puedan ver estrictamente profesionales.
Es la clase de amor que perdona todo, que no pide a cambio: es el querer de una madre, esa fuerza poderosa tan maleable, la que la cámara busca sobriamente a cada "pasada".

No importa la cuidada indiferencia que le dedica la Sra. Sofía con su madre la Sra. Teresa, o la idolatría forzada a la que le obliga su pretendiente Fermín en cada día que tiene libre. Sus niños, cada vez que le dicen que la quieren, hacen del día algo increíble: nunca se la ve tan viva como cuando tiene que fingirse muerta por una pistola de juguete.
Entonces, a la madre designada se le aparece la oportunidad de ser madre real gracias a un embarazo, algo que supuestamente debería ser una bendición... y Cleo la recibe con estoica determinación sin palabras en medio de las bulliciosas calles de México, sabiendo que está sola de verdad, justo cuando más pide su corazón gritar.
Algo estamos haciendo mal, me relata cada "pasada" de la cámara. Algo hemos perdido en nuestro interior natural cuando un embarazo pasa a ser una bomba de relojería, que todos reciben con cierto miedo en la voz, y esa realidad terrible convive con criar niños ajenos, lo cual es aceptable a vista de todos.

Cleo no se imagina compartiendo más de lo que piensa con esos astronautas perdidos en el vacío, observados en sala oscura.
Y, sin embargo, yo percibo esa misma opresión,  esa misma falta de oxígeno, a la espera de un rescate piadoso que no llega, cada vez que esta ventana hacia la misma realidad de Roma me avasalla con una brutalidad tan natural como el amor que ya ha desplegado.
Inolvidable es el plano de la incubadora bajo los escombros, albergando nueva vida que late a pesar de todo, o esa pistola muy real que llena un marco donde solo puedes rezar por que Cleo no se encuentre al otro lado: la realidad es muchísimo más fragil de lo que nos habíamos pensado.

Desde siempre, desde el inicio de los tiempos podría expresarnos el tinte blanquinegro, despreciamos, atacamos y matamos el amor de una madre.
Es tan desinteresado, tan humilde, tan callado, que nos cuesta poco pensar que nuestra capulla superioridad es más importante: así lo hacen notar Fermín como patético samurái y el ausente padre de los niños, las dos únicas figuras masculinas prominentes, haciendo tristemente lúcido el posterior "estamos solas. Que nadie te engañe, siempre hemos estado solas".
Cuarón, en cierta manera, expía ese pecado original humano, masculino en su mayoría, cuando golpea a Cleo con todo el oleaje de sus desgracias... y sin embargo le concede leves momentos de equilibrio, donde el mundo le dice con claridad inusitada que puede hacerlo, que ella también merece estar completa a pesar de todo.

A mí, como a ella, como a cualquier persona que alguna vez haya sido cuidada, me conmueve profundamente esta revelación.
Me maravilla apreciar, de repente, personas como Cleo viviendo en universos que nunca miré.

Y doy gracias de haber asistido a una épica silenciosa donde el espacio inexplorado descubro que siempre ha sido, y esperemos que no sea siempre, el eterno matriarcado.
Ese que lleva siglos, milenios, demostrando que es posible amar sin reservas, porque al nacer o después hemos experimentado el crecer en brazos que nos esperan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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