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Voto de Charles:
7
2.7
21,958
Acción. Ciencia ficción
En una inexpugnable fortaleza un renegado señor de la guerra (Raul Julia) mantiene a 63 rehenes, a los que matará si no recibe un desorbitado rescate de 20.000 millones de dólares. El coronel Guile (Jean-Claude Van Damme) y una docena de hombres, héroes multiétnicos, tratarán de localizar y liberar a los secuestrados... El guionista de "La jungla de Cristal" (Die Hard, 1988) debuta en la dirección con esta cinta de acción basada en un ... [+]
15 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial, todo lo mala que queráis.
Pero hasta para meter tropecientos personajes del videojuego en un semi-coherente argumento hace falta talento.
Talento inútil y tirado a la basura, pero oye, bien empleado.
Y es que... es un juego de peleas.
Un juego cuyo mayor alicientes es escoger el personaje más atractivo, cuya principal concepción a la hora de diseño es MOLAR.
Todo correcto pues, en la tarea de hacer creíbles unos trajes dignos de carnaval, y en pillar a un Jean-Claude Van Damme enfarlopado que podría conquistar el mundo desde su tribuna de verdad, justicia y estilo de vida americano (el tatuaje en hombro fibrado es un plus).
Aún así, todos los más sinceros parabienes van para Raúl Juliá: nada que ver con la planta física del Bison versión píxel, pero rellenando todo eso y más a base de sarcástico carisma sádico.
Que se estaba muriendo, joder.
Y lejos de quejarse, lejos de hacer del rodaje un infierno (de eso ya se encargaban otros), el señor se planta y lleva hasta sus últimas consecuencias su cóctel fatal de Mussolini, Stalin y Pablo Escobar, luciendo unos parlamentos de tanta convicción que harían enrojecer a cualquier actor de método.
Sinceramente, de esta película, me quedo sobre todo con ese maravilloso ejemplo de profesionalidad, diversión y amor a la vida.
Los patadones (menos de los que me gustaría), las explosiones y las descacharrantes excusas para que cada luchador luzca personalidad y atuendo son solo la guinda del pastel.
La única verdad: para tirar por tierra una peli tan alegremente boba y disfrutona, los críticos de la época debían ser bastante rancios.
Pero hasta para meter tropecientos personajes del videojuego en un semi-coherente argumento hace falta talento.
Talento inútil y tirado a la basura, pero oye, bien empleado.
Y es que... es un juego de peleas.
Un juego cuyo mayor alicientes es escoger el personaje más atractivo, cuya principal concepción a la hora de diseño es MOLAR.
Todo correcto pues, en la tarea de hacer creíbles unos trajes dignos de carnaval, y en pillar a un Jean-Claude Van Damme enfarlopado que podría conquistar el mundo desde su tribuna de verdad, justicia y estilo de vida americano (el tatuaje en hombro fibrado es un plus).
Aún así, todos los más sinceros parabienes van para Raúl Juliá: nada que ver con la planta física del Bison versión píxel, pero rellenando todo eso y más a base de sarcástico carisma sádico.
Que se estaba muriendo, joder.
Y lejos de quejarse, lejos de hacer del rodaje un infierno (de eso ya se encargaban otros), el señor se planta y lleva hasta sus últimas consecuencias su cóctel fatal de Mussolini, Stalin y Pablo Escobar, luciendo unos parlamentos de tanta convicción que harían enrojecer a cualquier actor de método.
Sinceramente, de esta película, me quedo sobre todo con ese maravilloso ejemplo de profesionalidad, diversión y amor a la vida.
Los patadones (menos de los que me gustaría), las explosiones y las descacharrantes excusas para que cada luchador luzca personalidad y atuendo son solo la guinda del pastel.
La única verdad: para tirar por tierra una peli tan alegremente boba y disfrutona, los críticos de la época debían ser bastante rancios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La escena postcréditos, una mano de Bison apuntando al botón de "replay".
Ojalá señor Juliá, ojalá.
Hasta siempre.
Ojalá señor Juliá, ojalá.
Hasta siempre.