Después de esta obra no se puede hacer ningún musical, es imposible. A no ser que cambie la metodología, no se puede rodar un musical.
Han matado un género que (aunque a mí no me gusta) causaba furor por décadas. Lars von Trier vuelve a firmar una pesadilla humana con la que asesina al musical, lo desvanece, lo acorta hasta su más ínfimo valor.
Esta película te hace sentir pequeño, dolorido, monstruoso, no-humano, despedazado por dentro, se mete en tus intestinos y va disolviendo con estrépito toda estructura moral. La decadencia del nihilismo en este siglo se ve más que avanzada con un cine tan voraz. Qué manera de morir ensangrentado en el sofá mientras disfrutas de sentir.
Recomendación: no es aconsejable ver esta cinta durante la mañana, es mejor irse a dormir después de terminar, no podrás tener un buen día ni ser feliz, así que duerme.
Björk me hace creer en un amor desdichado e impropio de humanos, por lo que sólo siento placer en un dolor sublime, dominantemente ignominioso, que se apodera de mi imaginación cuando la veo bailar en esa oscuridad donada por la más fea providencia. Baila, Björk, Baila. Y llora para que todos lloremos. Hacía muchísimo tiempo que una película no me hacía sentir tanto como esta obra maestra. Mala suerte que sea de un enfermo como Lars von Trier y que los sentimientos sean tan dolorosos. Disfruto de sus películas, pero con mucho tiempo de reflexión y diálogo con otras personas. Su cabeza debe ser un laberinto de entrañas putrefactas.
El film crece y crece hasta que consigue que tu mengües y mengües y te conviertas en un ácaro mas de un sofá donde sólo se va a morir.