No es mala idea visitar algún país de Europa que no sea el de siempre de vez en cuando, cine europeo distinto aunque siempre acabemos fijándonos en las banderitas. Eslovenia por ejemplo, cuya existencia se debe a un proceso rápido tras una guerra que comparándola con el resto de la ex-Yugoslacia fue más bien como empezarla hoy y acabarla al día siguiente. No sé si son raros, poco más de dos millones de habitantes que van a su rollo y la verdad, no parece que les vaya mal pese a ser un Estado joven... Ah, la película, que de eso quería hablar... Funciona pese a su completa rareza, hecha creo yo con mucha meticulosidad, porque las cosas no son porque sí, no es una suma de hechos, de escenas y tiro porque me toca. Evidentemente el principio es una traca, es de un humor negro maravilloso, luego viene lo que viene, un cambio de registro que no me parece en absoluto brusco y que hace que confiese que no es recomendable, es buena, pero no recomendable.

Conocemos a los personajes, tal y como lo veo yo, parece que todo va en la misma línea y entonces tras ese desánimo lógico por no haber encontrado algo nuevo y diferente todo va cambiando poco a poco, no creo que sea de forma brusca, te la cuela poco a poco y eso es algo que paradójicamente hay que relacionarlo, cosas de la poesía tal vez, con el silencio. Ella no habla porque es muda, ya ves. Él, que se dedica a dar discursos sobre muertos, tampoco hablará. Se despiden en la oficina del protagonista, un cementerio, y el recuerdo que va a quedar seguro que no tiene nada que ver con el inicio, con el humor. Eslovenia debe ser una mezcla de todo ello tal vez, risas si convienen, pero no siempre, también recuerdo por un pasado no muy lejano relacionado con la tristeza.