Es muy cierto aquello de que a menudo uno cree que lo ha visto todo de un género y de repente sale de no se sabe dónde algo sorprendente por su calidad y entonces es posible afirmar que no, que no se ha visto todo y que afortunadamente aún quedan muchas cosas por ver. "El pistolero" es un pedazo de western que por suerte he encontrado y del que he saboreado de principio a fin casi sin pestañear. Siempre he dicho que atrás, muy atrás en el tiempo, hay mejor cine del que creemos, y en este caso se demuestra que no hace falta sumar dos horas para que una película sea buena, ¿dos horas?, la historia de Jimmy Ringo suma menos de una hora media y es imposible decir que sepa a poco, cuando se llenan de contenido los minutos todo es más que suficiente si está bien hecho.

Gran suerte la mía la mía, desde luego, la de descubrir una historia no del todo original, la de un pistolero harto de dar muerte y con ganas de encontrar redención, la historia de un Gregory Peck majestuoso, con un pasado sembrado de dolor, sangre y balas, un tío seguro de sí mismo, infalible, listo, arquetípico personaje del oeste. Como el sheriff, como ese saloon y la narizota de Malden, una película llena de cosas repetidas en otros títulos pero bien puestas y ordenadas gracias a un recurrente reloj copiado posteriormente que marca el tiempo de las cosas, un tiempo que señala el lugar en el pasado en el que se hacía buen cine, en B/N, no podía ser de otra manera, han pasado más de sesenta años y yo siento nostalgia, lo confieso, siento nostalgia por un cine que ya no existe, por un cine que ya se dejó de hacer. Nostalgia por las cosas buenas que se hacían...