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Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
7
Drama Después de la muerte del patriarca, los Toda, una familia de clase alta, está posando para una foto. Al mismo tiempo que todos lamentan la muerte del padre, se enteran de que éste les ha dejado una deuda considerable. (FILMAFFINITY)
22 de diciembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo una idea que a menudo ronda mi mente parecida a la necesidad de escuchar una determinada canción en algún momento de tu vida. Según el estado de ánimo, según las circunstancias, existe una determinada música que reclama volver a ser escuchada y nos va bien acudir a ella porque realmente lo necesitamos. Aplicado al cine, que es lo que nos interesa, he aprendido que con el tiempo hay una exigencia interior que te empuja a acudir a un determinado cine, algo que en lo personal me pasa a menudo con Yasujiro Ozu. No es que tenga que ir como un loco a ver una determinada película, no es como escuchar una canción, no es tan fácil, pero algo grita dentro mío que tengo que volver a Ozu.

Y vuelvo y vuelvo entonces, a uno de sus 'haha mono' concretamente, esas películas de madres que en aquella época tenían éxito y que fue realizada antes de entrar Japón en la IIªGM, con toda la censura que del Imperio que ello implicaba. "Hermanos y hermanas de la familia Toda" va de una madre, sí, pero la importancia real es la del padre, cuya repentina ausencia rompe en pedazos la familia. La cámara se mueve apenas dos veces, la imagen quieta ya es la gran triunfadora en los años cuarenta en Ozu y deja un lastre de ética y moral japonesa aplicada a las deudas contraídas con la familia que es lo que más quisiera destacar.

Puede que en Tokyo, en su considerada cumbre, esa ética japonesa (su ausencia) quede más resuelta. Aquí tiene que volver uno de los hermanos de China (ni una palabra de la invasión) para poner a cada uno en su sitio, mientras todos han obrado ya mal con la viuda. Esa ética basada en las relaciones familiares es una constante en el cine de Ozu, lo cual nosotros blancos occidentales podemos interpretar de manera distinta, o no entender, pero como dije volver a Ozu es una necesidad, es más, es un imperativo, de manera que es la suma de cómo nos cuenta sus películas más lo que nos cuenta.

Detalles, pausas, quietud y un fluir de imágenes que cualquier cinéfilo no debería perderse jamás. Con la familia burguesa Toda, tomando un sake tibio en un restaurante de trabajadores, en un lupanar escondido en un callejón o donde sea; el cine de Ozu (como el de Naruse, no quería acabar sin mencionarlo), te atrae como la música...
Luisito
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